Augustin Hadelich + Ludovic Morlot + OBC
ras su regreso por un día al Palau la semana pasada, la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) volvió a su sede para comenzar con sus conciertos conmemorativos de los 25 años de la inauguración del Auditori. La velada ofreció un programa en el que se mezclaba una obra capital del gran repertorio romántico, otra de pleno siglo XX y una mirada a la creación actual.
Arrancó este amplio menú con el estreno absoluto de un fragmento de un encargo efectuado por el Auditori al compositor Oriol Saladrigues, Utopía. Según se informaba en el programa de sala, de los 33 movimientos que conformarán la obra en su versión definitiva, en esta ocasión han podido conocerse solo seis de sus partes. Obra fragmentaria, este adelanto (de unos 10 minutos de duración) presentó estructuras e ideas musicales muy variadas, aportando un lenguaje re
Auditori (8/3/2024) frescante y novedoso. Saladrigues, cuya música se identifica sobre todo por la aplicación de nuevas tecnologías –es el director artístico del Festival Mixtur de Barcelona– concibe su Utopía como un puzle musical que describe su particular reflexión sobre la creación artística. Concebida para gran orquesta sinfónica, propone paisajes sonoros atmosféricos y sintéticos, de rítmica imposible y, en este caso (o en esta suite), no se optó por soluciones electrónicas. Superposiciones de material y de tímbrica, unidas a fuertes contrastes, acabaron de perfilar una obra tan ácida y áspera como inquietante y sugerente. Lu
dovic Morlot la trató con cariño y la OBC respondió casi siempre con nitidez, realizando un gran trabajo ante una composición que representa un reto para sus intérpretes.
Del cada vez menos programado compositor británico Benjamin Britten se interpretó una de sus obras de juventud, su Concierto para violín, Op. 15, contando con Augustin Hadelich como solista de esta obra estrenada en 1940 en Nueva York por el violinista catalán Antoni Brosa. Hadelich impuso una lectura cargada de expresividad, de afinación prodigiosa (¡vaya cadenza!) y de fraseo siempre equilibrado, muy bien secundado por una OBC entregada, firmando un Vivace brillante.
Tras una melancólica propina del solista, ya en la segunda se escuchó una extrovertida versión de la Cuarta Sinfonía de Brahms, obra de repertorio que mostró el buen momento que vive el conjunto catalán.
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