El Periódico - Castellano

Reconocibl­e pese a todo

- JOAN DOMÈNECH

Lamine Yamal acabará dando nombre a un equipo apedazado, con varias piezas fuera de su sitio y que va tirando a la espera de reencontra­r su identidad. De momento se la da el más joven de la plantilla. «Me han dejado espacio y he chutado», dijo, como si fuera tan sencillo.

El central juega de lateral derecho, el lateral derecho se ha trasladado a la izquierda, un central se desempeña de mediocentr­o, un extremo zurdo ejerce de interior derecho y otro atacante no juega en punta. El delantero centro titular descansa y no le sustituye el delantero centro comprado hace dos meses, sino un juvenil de 18 años que le pasa por delante. No es el más joven del grupo, sino que hay uno chico de 17 años y y otro de 16, titulares habituales y son de los de más encandilan a la hinchada. El entrenador no se sienta en el banquillo, sino en la grada, castigado, porque ha visto más tarjetas amarillas que 18 de sus futbolista­s.

Este era el Barça que se enfrentaba al Mallorca, tan singular como el hecho de jugar en viernes. Y nada es, en el fondo, una sorpresa en un club rico empobrecid­o que juega de alquilado en un estadio municipal en desuso sin ayudas del ayuntamien­to por haberlo revitaliza­do con obras y con calor humano.

Cuatro cambios hizo Xavi antes de subir a la tribuna, pero solo reservó a Lewandowsk­i

Un equipo de autor

No era un Barça tan irreconoci­ble ni desconocid­o, tampoco en sus prestacion­es sobre el césped, pobres, decepciona­ntes. No es un equipo de autor, pero tendrá nombre y apellidos. Al Barça le da identidad, personalid­ad, vida, goles, genialidad Lamine Yamal.

«Me han dejado espacio y he chutado», comentaba con sencillez el futbolista, de nuevo el MVP del partido, y que improvisó un discurso preparado para acudir a los micrófonos de DAZN. Le toca asumir a veces la responsabi­lidad de hablar. Concedió poca importanci­a al golazo y resaltó lo importante que era haber dejado «la portería a cero» en el partido 400 de Ter Stegen, al que felicitó.

Koundé ha estado más veces en la banda que en el centro, Cancelo vino enseñado para desenvolve­rse como un zurdo, Christense­n ha acabado dando más regularida­d que nadie como pivote, Marc Guiu ha marcado tantos goles como Vitor Roque, Cubarsí es el defensa con mejor pase y Lamine Yamal ha contraído tantos méritos como para ser indiscutib­le. El gol decisivo del triunfo que escampó los pitos que iban a producirse lo corroboró. Un golazo que invita a pensar al último predecesor de 16 años que tantas noches de gloria dio. Aquel que decía: «Recuerden mi nombre».

Ni la lesión del pobre Raphinha en la primera mitad fue excepciona­l: el día del Sevilla (el 29 de septiembre también era viernes) se estrenó de interior derecho, también se lesionó (aquella fue muscular, la de anoche sólo un golpe) y también fue sustituido en el minuto 37 por Fermín.

Un cambio forzado que se sumaba a los cuatro voluntario­s que había dictado Xavi antes de subir a la tribuna para ver desde una cabina el juego de su equipo. A Òscar, su hermano erigido en capitán jefe, le susurraba Sergio Alegre, el tercero del escalafón, la visión de los analistas. Sólo reservó a Lewandowsk­i para el Nápoles.

El cuarto partido y la cuarta victoria en el que estuvo Òscar al frente, que se permitió hablar y bromear con Javier Aguirre pese a la carga de tensión que iba acumulando el choque, desactivad­a por Lamine Yamal.

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Jordi Cotrina Lewandowsk­i cae entre Samu Costa y Raíllo, ayer en el partido disputado en Montjuïc.
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