El Periódico - Castellano

Viaje a una arcadia musical con el cabecilla de Más Birras

- RAMÓN VENDRELL

«Por Santiago del Estero no pasa un turista y menos un rockabill en busca de la chacarera»

‘La estrella azul’, el primer largometra­je de Javier Macipe, recrea el viaje del fallecido Mauricio Aznar a las fuentes del folklore argentino. La película lleva cosechados más de 50.000 espectador­es desde su estreno en salas el 23 de febrero. Tiene el encanto del cine y la música a escala.

La construcci­ón de La estrella azul fue el día a día de su director y guionista durante una década y la película muestra un mundo en el que las canciones forman parte del día a día. Quizá tenga que ver este doble machihembr­ado entre vida y creación con el encanto del primer largometra­je de Javier Macipe (Zaragoza, 1987). Cine y música a escala humana. La estrella azul ha superado los 50.000 espectador­es en España desde su estreno en salas el 23 de febrero y ha sido premiada en San Sebastián y Santa Bárbara (California).

El filme es una ficción que recrea un tramo muy concreto de la existencia de Mauricio Aznar (19642000), el cabecilla del grupo zaragozano Más Birras. Su viaje a Argentina, tanto para conocer de primera mano el folklore que había alimentado la obra de Atahualpa Yupanqui, como para huir de hábitos tóxicos solo apuntados en La estrella azul. «A estas alturas, un plano de una jeringuill­a ya nos cuenta todo lo que hay detrás –dice Macipe–. Me interesaba narrar un viaje desde la oscuridad hacia la luz».

Macipe pidió permiso a Inge Müller, la madre de Aznar, para utilizar Apuesta por el rock’n’roll, canción de Más Birras, en el cortometra­je No pienso llorar (2006). Poco después fue Müller quien contactó con él para proponerle hacer una película sobre su hijo, proyecto en el que se había interesado Carlos Saura, aragonés de pro y forofo de las músicas de raíz, entre ellas las argentinas, sobre las que rodó el documental Zonda (2015). El joven Macipe no se sintió entonces preparado. Pero sí hace diez años. Después de 50 entrevista­s con personas del entorno de Aznar, una decena de viajes de investigac­ión a Argentina y un parón de tres años en el rodaje a causa de la pandemia de covid, aquí está La estrella azul.

Resistenci­a y austeridad

«Ha sido una carrera de resistenci­a y austeridad», dice Macipe. Aliviada por el buen recibimien­to de los cortos Os meninos do rio (2014) y Gastos incluidos (2020).

El realizador era un niño cuando conoció a través de sus hermanos mayores la música de Aznar, un héroe local con calle y estatua en Zaragoza. «Era uno de los mejores letristas del rock español y un adelantado –dice Macipe–. Un verso como Migas, uva y vino por los que se han ido [de Hay una cruz en El Saso, canción de Más Birras de 1990], tan pegado a la tierra, era transgreso­r en un momento dominado por el posmoderni­smo mal entendido».

Los Coyotes y Radio Futura ya habían mirado hacia América Latina, y otro tanto estaban haciendo Los Mestizos, coetáneos y paisanos (eran de Huesca) de Más Birras. El interés de Aznar por el folklore argentino, no obstante, tuvo su origen en un disco de Atahualpa Yupanqui que le regalaron a su madre por la compra de un detergente, cuenta Macipe. Por esa grieta entraron Jorge Cafrún, Mercedes Sosa y José Larralde.

Aznar fue a parar en su viaje argentino a casa de Carlos Carabajal, en la provincia de Santiago del Estero, «por donde no pasa un turista jamás, y mucho menos un rockabilly español con ganas de descubrir la chacarera», dice Macipe. La familia Carabajal acogió al músico y lo inició en la chacarera y ritmos parientes. A la misma familia acudió el realizador para la preparació­n y el rodaje de La estrella azul, con Cuti, hermano del fallecido Carlos, en el papel de mentor al estilo Yoda.

«Recordaban mucho a Mauricio –dice el director–, y no porque supieran quién era, sino porque les llamaron la atención sus ganas de aprender».

Cotidiana y sagrada

En repetidas visitas a los Carabajal, Macipe conoció una comunidad en la que la música juega un papel a la vez cotidiano y sagrado. «A través de la música se transmite la cultura propia a los niños y se conforma el espíritu de pueblo. Es muy transversa­l: todo el mundo baila en las celebracio­nes, de niños a abuelos. El músico tiene respeto: si alguien, al acabar una comida, coge una guitarra y se pone a cantar, el resto calla y escucha».

¿Tan bonito es? «Más. En el equipo de rodaje todos tenemos la sensación de que fue una experienci­a que nos cambió la vida. Solo importa lo importante».

A Pepe Lorente, el actor que interpreta a Mauricio Aznar, sí que el clan Carabajal le cambió la vida de manera literal. O, al menos, le enseñó algo tangible. Fue elegido, entre otros motivos, porque sabía tocar la guitarra «lo básico», dice Macipe, y terminó tocando y cantando todas las interpreta­ciones musicales de su personaje en la película tras el aprendizaj­e con Cuti y compañía.

Con la formación Almagato, aún en activo, intentó Aznar difundir el folklore santiagueñ­o en España. La estrella azul está teniendo bastante más suerte.

 ?? El Periódico ?? Mauricio Aznar (izquierda), con Más Birras, en 1987.
El Periódico Mauricio Aznar (izquierda), con Más Birras, en 1987.
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Wanda Un fotograma de La estrella azul, con Pepe Lorente y Cuti Carabajal.

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