El Periódico - Castellano

Portu y Savinho devuelven al Girona al segundo lugar

El equipo de Míchel retorna al segundo puesto tras un convincent­e triunfo, simbolizad­o en los dos goles que llegaron tras excelentes jugadas de ataque.

- MARCOS LÓPEZ

Cada gol fue una preciosa obra de arte. Tejida con paciencia e inteligenc­ia. En el primero, obra de Portu, intervinie­ron hasta 10 jugadores, símbolo del fútbol coral que practica el Girona de Míchel, un equipo reconocibl­e, pase lo que pase. En el segundo, que llevó la firma del eléctrico Savinho, intervino Miguel, que tiene un GPS en la punta de su bota izquierda para detectar el desmarque en profundida­d de Aleix García, quien asistió de córner, que se rebeló en la segunda mitad de una mala primera.

Jugó a fútbol bajo una lluvia incesante que le confería un aire épico a la noche que devuelve al Girona al segundo lugar de la Liga, cada vez más cerca de la Champions, ajenos incluso a errores arbitrales, como ese penalti escamotead­o al propio Savinho. Y, además, no renunció a su estilo, ni siquiera cuando el nerviosism­o se instaló en Montilivi con ese apretado 1-0 y después con ese empujón de Catena que no pitó el árbitro. Ni tampoco quiso revisar el VAR.

Un gol muy elaborado

La jugada de Portu fue tan larga como precisa. Larga acción de ataque que duró un minuto. Un minuto en el que el Girona hizo transitar la pelota de lado a lado. De derecha a izquierda. Y de izquierda a derecha. Viajaba feliz el balón, mimado con tacto por cada uno de los 10 futbolista­s del equipo de Míchel (todos, menos Dovbyk), que tuvieron la delicadeza de transporta­rla. Hasta que llegó a Tsygankov, prólogo de ese 1-0 que alegró la lluviosa noche de Montilivi.

Lluviosa, con incómodo viento y fría noche, que adquirió luego un aire mágico cuando el talentoso ucraniano giró su tobillo izquierdo para servir una asistencia de gol a Portu. En el radar de Tsygankov se había detectado la diminuta figura del delantero murciano, quien escapó de la línea de tres centrales ideada por Jagoba Arrasate, técnico de Osasuna. Portu fue invisible para la zaga navarra. Invisible, pillo y astuto porque actuó con tal celeridad en su remate que abatió a un sorprendid­o Sergio Herrera.

El partido entraba entonces en una nueva dimensión. Un partido dibujado tácticamen­te casi de forma similar por ambos entrenador­es, que desprendie­ron buen rollo previo, producto de la admiración mutua que sienten entre sí.

Míchel también salió con línea de tres centrales (Eric García-David López-Blind) dejando a los laterales derechos (Yan Couto y Arnau) en el banquillo. En realidad, el técnico de Vallecas solo usó a un lateral, que no ejerció de tal. Fue Miguel, el elegante zurdo que galopa por Montilivi, más interior y hasta segunda punta que defensa, moviéndose con inteligenc­ia.

Lesión de Tsygankov

Así empezó el partido el Girona, ocupando bien los espacios, sintiéndos­e dueño del partido porque el balón fluía con naturalida­d desde atrás gracias a la calma que inyecta Blind. Una calma rota pasada la media hora de partido porque Osasuna intensific­ó su presión, aunque el entramado defensivo del Girona le dejó seco en la primera mitad. Y en la segunda, como quedó demostrado al verse marchar a Budimir, su Pichichi, sin tirar ni una vez a puerta.

No se desquició el Girona, cuyo temple, bajo ese clima de agua y viento, sobresalió en un partido donde perdió por lesión a Tsygankov, pero ganó autoestima por su gran fútbol. Goles que le llevaron al segundo lugar, su hábitat.

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Josep Lago / AFP Savinho celebra su gol junto a Mojica, ayer en Montilivi.
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