El Periódico - Castellano

Santas y mártires para explorar la feminidad reprimida

En el cómic ‘Madonas y putas’, la dibujante francesa Nine Antico se inspira en tres casos reales de violencia contra las mujeres en la Italia del siglo XX.

- ANNA ABELLA

La inspiració­n pictórica, en blanco y negro, de Madonas y putas (Garbuix Books) radica en Caravaggio. «Ningún pintor como él conjugó la noción de modernidad con la expresión de la violencia», afirma la autora de cómic, ilustrador­a y cineasta francesa Nine Antico (1981). El color solo aparece en la portadilla de sus tres capítulos. «Son como un teatro del horror que evoca los guiñoles sicilianos». Y el rojo, en puntos estratégic­os «evoca la sangre». Si a esto se le añaden escenas fantasmale­s y relatos macabros, pero reales, en catacumbas napolitana­s, donde las mujeres veneraban en altares cráneos de muertos siglos atrás, podría parecer que el cómic de Antico es una historia gótica de terror. Sí y no. También hay Mafia, religión, sexo y muerte. Y, en el centro, violencia contra las mujeres.

Sus tres protagonis­tas se basan en los casos reales de tres mujeres de la Italia sureña del siglo XX y adoptan los nombres de sendas santas sicilianas torturadas, Ágata, Lucía y Rosalía. Todas son mártires y sus historias se entrelazan en un puzle de destinos trágicos marcados «por la sexualidad», apunta Antico, y «la mirada tan masculina de la sociedad». Por un lado, nos ven madonas y, por otro, prostituta­s». «A las mujeres siempre se las sanciona, se las castiga, ya sea porque no explotan su sexualidad y disfrutan y practican sexo, ya sea porque optan por la abstinenci­a», lamenta la autora francesa de padre italiano.

Madonas y putas, nominado en Angulema, se ancla en el Palermo de 1911 el caso real de Ágata, enviada por su padre a un sanatorio para alejarla del escándalo de su madre, la condesa Trigona, asesinada por su amante porque quería cortar la relación.

En el Nápoles de la Segunda Guerra Mundial, revisitado gracias a La piel (1949), de Curzio Malaparte, donde «una de cada tres mujeres se prostituía con soldados alemanes y estadounid­enses para sobrevivir», vive Lucía, a la que rapan la cabeza y marginan por acostarse con un alemán. Y a las santas Lucía y Ágata las enviaron a un burdel para prostituir­las porque no aceptaron matrimonio­s concertado­s. «Hay una voluntad de dominar a las mujeres a través de la sexualidad. Los hombres son los clientes de las prostituta­s y muchos sienten culpabilid­ad por serlo y la proyectan en ellas maltratánd­olas».

En Palermo, Antico descubrió la historia que le inspiró la de Rosalía: Rita Atria, de 17 años, que declaró contra la Mafia, que la consideró traidora. «Se suicidó tirándose por la ventana o bien la ayudaron a saltar. La

Mafia había asesinado a los jueces Borsellino y Falcone, que la habían protegido y le revelaron que su padre y su hermano, que ella creía víctimas de la Mafia, también pertenecía­n a ella y los había matado su propio clan. La Mafia y la religión tienen códigos propios y siempre son los hombres los que establecen las reglas», opina.

En temas de feminismo, aborto o matrimonio gay, lamenta, «Italia parece parada en el tiempo. Perviven las tradicione­s, la feminidad está enclavada en el pasado y la libertad sexual, de mujeres y hombres, está llena de tabús».

«A las mujeres se las castiga tanto por disfrutar del sexo como por abstenerse»

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