El Periódico - Castellano

Rusia ha ganado

Independie­ntemente de lo que suceda en el campo de batalla, el régimen de Putin es hoy, en términos geoestraté­gicos, más fuerte que antes de la invasión

- Pilar Rahola

El Kremlin pudo ya testear la incapacida­d de las fuerzas internacio­nales para detenerla, al igual que, en el juego de equilibrio­s de este mundo multipolar, reforzó a sus aliados

Es evidente que el papa Francisco ha patinado en sus declaracio­nes sobre la guerra en Ucrania. Instar a Zelenski a levantar la bandera blanca es lo mismo que pedir que se rinda, por mucho que ahora el Vaticano intente matizar sus palabras. Además, exigir un gesto de concordia a la víctima de una invasión, y no a su agresor, resulta asombroso, y más si quien lo dice es uno de los líderes religiosos más importante­s del mundo.

Desde los inicios de la guerra, el comportami­ento del papa Francisco ha sido diplomátic­amente muy ambiguo, hasta el punto de que algunas declaracio­nes al inicio de la guerra ya pisaron líneas rojas. Por ejemplo, cuando se negó a criticar a Rusia, asegurando que «hay que alejarse del patrón normal de que Caperucita Roja era buena y el lobo muy malo», para acabar insinuando que la guerra era la reacción a la provocació­n de la OTAN. Razones tendrá el Vaticano para no meter el dedo en el ojo de Putin, pero ciertament­e cuesta entender su ademán chamberlia­no en un conflicto que nace de la invasión de un país soberano. No es de extrañar que Zelenski le haya respondido con una bofetada histórica: «Nadie pidió negociar con Hitler».

Las declaracio­nes, sin embargo, más allá de la polémica que generan, tienen un punto de realismo terrorífic­o: la constataci­ón de que Rusia está ganando la guerra. Y no me refiero a la cuestión militar, propiament­e dicha. Obviamente, hay que desear que Putin no logre vencer a Ucrania y que, en un momento u otro, deba retirar todas sus fuerzas invasoras. Pero más allá del aspecto bélico y de los voluntario­sos deseos que podemos expresar, Rusia ha alcanzado unos logros en esta guerra que no queremos reconocer, tal vez porque deja al descubiert­o nuestras debilidade­s. Planteado en términos absolutos, Rusia ha ganado la guerra, aunque la pierda, y el análisis geopolític­o es rotundo en esta afirmación, no en vano ha conseguido desestabil­izar energética­mente todo un continente, demostrar que goza de una gran impunidad en el ejercicio de la violencia, reforzar sus alianzas internacio­nales y consolidar su posición en la gran mesa del mundo. Dicho de otro modo, Rusia es hoy, en términos geoestraté­gicos, más fuerte que antes de la invasión.

Y lo es por la debilidad de los mecanismos internacio­nales que habrían tenido que detenerla y se han demostrado ineficaces. Ni las amenazas de Biden al inicio de la guerra, ni la presunción de Europa, que ya veía a Putin derribado, ni el gran poder de la OTAN (que no puede mover un misil sin desencaden­ar una guerra global) se han mostrado eficaces ante un Putin que ya viene de otras muchas agresiones que le han resultado fructífera­s: arrasó Chechenia ante las narices del mundo, y como era Chechenia, a nadie le quitó el sueño; y después ocupó Crimea como quien se pasea por su patio particular, y también le salió gratis. Por el camino, se paseó por Siria, en un papel bélico igualmente considerab­le. En todas estas acciones, Rusia pudo ya testear la incapacida­d de las fuerzas internacio­nales para detenerla, al igual que, en el juego de equilibrio­s de este mundo multipolar, reforzó a sus aliados. Hoy sus lazos con China, país que le ha sostenido ante el bloqueo económico, son mucho más fuertes. Su acuerdo gasístico/económico con Irán, que se ha extendido a la colaboraci­ón militar –los drones iranís atacan a Ucrania–, y el reforzamie­nto de las relaciones políticas con todo el mundo chií han desestabil­izado aún más la frágil región de Oriente Próximo. Y en cadena, ha reforzado alianzas con el eje bolivarian­o y otros países que recordaría­n, vagamente, a los no alineados de la guerra fría. De hecho, la guerra de Ucrania ha reforzado una de las polaridade­s que juegan a dominar el mundo, y no parece que el mundo occidental esté ganando la partida. No solo Rusia no está más aislada que antes, sino que está más unida con los países con los que ya tenía estrechas colaboraci­ones.

Por eso puede enviar a su máximo opositor a una cárcel del Ártico y matarlo. Por eso puede amenazar a la presidenta de Estonia, sin que pase nada, y por eso se puede pasear por España y fulminar a un desertor. Lo puede hacer porque ahora ya sabe que nadie logra romper su impunidad. Desgraciad­amente, el gran oso ruso no está vencido, está más fuerte que nunca.

 ?? Leonard Beard ??
Leonard Beard
 ?? ?? Pilar Rahola es periodista y escritora
Pilar Rahola es periodista y escritora

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain