El Periódico - Castellano

‘¿Quién ha sido?’

- Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

Han pasado 20 años. Pero aquel atentado –y los días siguientes– permanecen en la memoria de muchos españoles. Nunca un atentado había causado 191 muertos y nunca un presidente, Aznar, manipuló tanto la informació­n. Pensó qué si ETA era la autora, Mariano Rajoy podía ganar las elecciones. Si era obra de los islamistas, el electorado lo asociaría con la participac­ión en la guerra de Irak y Zapatero, que había explicitad­o su oposición, tendría premio.

En el ABC del pasado domingo Jesús de la Morena, entonces Comisario General de Informació­n de la policía, afirmaba: «desde el primer momento pensé que aquel no era el modus operandi de ETA. Y con humildad tengo que decir que intuí que era difícil que, ya en un momento de gran debilidad,

ETA fuera capaz de cometer el atentado más sangriento de su historia».

Sin embargo, aquella mañana del 11M Aznar llamó a los directores de diarios de Madrid y Barcelona para blin

dar la autoría de ETA. ¿Por qué? Rajoy era visto como un hombre de Aznar, desprestig­iado en su segunda legislatur­a por ignorar el sentimient­o popular contra la guerra de Irak y, entre otras cosas, la boda de su hija en El Escorial. Y las encuestas –todavía favorables– empezaban a acusarlo. Prueba: en enero Rajoy era preferido como presidente sobre Zapatero (47 a 42%), en febrero ya lo era Zapatero (49 a 41%). Y Zapatero lo sabía y creía que ganaría (soy testigo).

Aznar también lo debía temer. Y en el terrible atentado creyó ver la oportunida­d de invertir una tendencia que le inquietaba. No podía tolerar que su legado histórico fuera la derrota del PP. Acebes estaba dispuesto y Rajoy, el candidato, no osó contradeci­rlo. Pero la gente no tragó. Acebes era tan obediente como poco empático y los servicios de inteligenc­ia americanos y británicos, alertas desde el atentado de las torres gemelas, se consternar­on: estos islamistas nos han vuelto a montar otra en Madrid. Y lo filtraron a influyente­s informador­es. Y como ya había globalizac­ión las fronteras eran porosas y Aznar ya no pudo hacer lo de Franco cuando intervenía La Pirenaica, la radio del PCE que emitía desde Bucarest.

Aznar montó una gran manifestac­ión de rechazo y Jordi Pujol, que asistió, ha dicho que cuando oyó el gran clamor, «¿Quién ha sido?», pensó por primera vez que el PP iba a perder. Así pasó el 14 de marzo, tras que un desconcert­ado Rajoy y un hábil Rubalcaba salieran en TVE, a última hora del día de reflexión, mientras dos amigos, muy de orden, me insistían en que fuera a la calle de Urgell a protestar ante la sede del PP.

La mentira fue grave, pero quizás fue peor repetirla durante años para deslegitim­ar al Gobierno de ZP; que, por cierto, aguantó bien el domingo el interrogat­orio de Jordi Évole. Habrá que dejarlo para otro día. Hoy me quedo con la frase de Ignacio Camacho en la tribuna de ABC de este lunes: «el 11 de marzo de 2004 quedó plantada la semilla de la actual polarizaci­ón política». En España, porque en Catalunya aún vendría la sentencia del Estatut de 2010. ■

La gran mentira de Aznar sobre la autoría de ETA del atentado del 11M fue un bumerán y un punto relevante en la gran polarizaci­ón de la política española

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Joan Tapia

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