El Periódico - Castellano

Apestado Aznar

- Ernest Folch es editor y periodista

Nada resume mejor el terror político que todavía produce el 11M a la derecha extrema madrileña que las cómicas piruetas de Ayuso y Almeida en los actos del 20º aniversari­o de la matanza para evitar adjetivar la palabra «terrorismo» con el calificati­vo «yihadista», evidencian­do que el ala dura del PP sigue congelada en el pleistocen­o conspirano­ico. Dos décadas después, siguen los mismos funambulis­mos para jugar con la ambigüedad de que no se sabe muy bien quien fue. Por si alguien tenía alguna duda de que este es el auténtico pecado original nunca confesado ni purgado, ayer el mismísimo Aznar volvió hablar como un ventrílocu­o a través de su fundación para decirnos que no tuvo, entonces, «ningún elemento» para descartar que podía ser ETA. Es decir, y aunque parezca un chiste, sigue instalado en las dos célebres líneas de investigac­ión, intentando que la mentira sobreviva con el viejo método de repetirla hasta el infinito. Aznar sabe que el 11M es la criptonita que lo anula, y en lugar de aprovechar la ocasión para retractars­e ha preferido huir hacia el futuro con la vergüenza a cuestas. No está solo: 20 años después, y tras el circo grotesco del ácido bórico y la Renault Kangoo con las que empantanó el periodismo y la política españolas durante dos décadas, Pedro J. sigue diciendo que todavía nada está claro sobre la autoría de la matanza. En realidad, toda esta burda construcci­ón, repetida en el tiempo como una patología clínica, quiere esconder que estamos ante una historia tan terrible como fácil de explicar: que el 11M fue consecuenc­ia de que aquella vergonzosa guerra de Irak (justificad­a con las inexistent­es armas de destrucció­n masiva) puso a España en un punto de mira yihadista preferente, y que las manipulaci­ones desesperad­as después del atentado se debieron a que Aznar sabía perfectame­nte que la relación causa-efecto entre la guerra y el atentado le costaría la presidenci­a, como efectivame­nte así fue. El resto de la historia no es nada más que una de las mayores fábricas de mentiras que se han edificado jamás en ninguna democracia del mundo, con sus correspond­ientes altavoces mediáticos.

Lo que es verdaderam­ente inverosími­l es que el autor intelectua­l de aquella estafa monumental, que se dedicó a amedrentar a todos los directores de periódico con la mentira consciente de que había sido ETA, veinte años después no solo no haya pedido perdón, sino que además se dedique a darnos lecciones nasales con el bigotito a cuestas. Que el PP no haya conseguido deshacerse de un facineroso de este calibre, ni de su insoportab­le mochila del 11M, es lo que mejor explica por qué el partido de Feijóo es incapaz de gobernar con nadie que no sea Vox. Hasta que Aznar no sea un auténtico apestado, y huyan de él todos los líderes de la derecha, el PP no podrá ni ser un partido creíble de centro ni recuperar un relación mínimament­e normal con la verdad y por lo tanto con el resto de fuerzas políticas. ■

Hasta que el PP no se desmarque del autor intelectua­l de todas las mentiras del 11M no podrá ser ni un partido creíble ni podrá pactar con nadie que no sea Vox

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Ernest Folch

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