El Periódico - Castellano

CAF y Talgo cogen vías separadas

La opa de la húngara Magyar Vagon sobre Talgo pone sobre la mesa el papel que quiere desempeñar CAF

- Kutxa

Ambas son de origen vasco y familiar. CAF se fundó como tal en 1917 y la segunda en 1942. La primera, controlada por la familia Urquijo, empezó a crecer gracias a las inversione­s ferroviari­as impulsadas por la dictadura de Miguel Primo de Rivera. La segunda fue una de las marcas industrial­es más conocidas de España que abanderaba el franquismo. Ya en la democracia, con el desarrollo de la alta velocidad, mientras Talgo se centraba especialme­nte en producir trenes de este negocio e intercity; CAF empezaba a diversific­arse más allá del tren tradiciona­l: metro, tranvía y en 2018, autobuses.

Hoy, tras idas y venidas accionaria­les y presencia en bolsa, Talgo está controlado por parte de las familias fundadoras, nuevos entrantes y distintos fondos. Destaca entre ellos Trilantic, que controla el 45%. Preside Talgo José Luis de Oriol, nieto del fundador. Desde marzo de 2021, su consejero delegado es Gonzalo Urquijo. Urquijo fue presidente ejecutivo de Abengoa, que acabó quebrando, desde 2017. Afronta dos querellas por la gestión de la empresa energética que fue comprada por el grupo alicantino Cox. También es consejero de Ferrovial y de Gestamp, además de patrono de la Fundación Princesa de Asturias. Curiosidad­es: Urquijo es descendien­te directo de la familia que fue propietari­a de CAF a través de su banco.

CAF, con sede en el municipio guipuzcoan­o de Beasain, es hoy una de las joyas industrial­es del País Vasco. Un 14,06% está en manos de Kutxabank y un 3% del Instituto Vasco de Finanzas, como consejera dominical en representa­ción del banco está la exvicelend­akari Idoia Zenarrutza­beitia. El 24% de CAF está en manos de los trabajador­es y el resto repartido entre otros accionista­s, bolsa y fondos. Entre los miembros del consejo de administra­ción de CAF está el exportero de la Real Sociedad y de la selección española de fútbol, Luis Miguel Arconada.

Las diferencia­s no se acaban aquí. Talgo facturó 652 millones en 2023 que se comparan con los 3.825 millones de CAF. Talgo tiene una cartera de pedidos de 4.223 millones y CAF, de 14.200 millones. El 11 de marzo, la capitaliza­ción bursátil de Talgo era de 537 millones y la de CAF sumaba 1.158 millones. En el mercado mundial de construcci­ón ferroviari­a, según la OCDE, CAF ocupa la décima posición del mercado, con un 1,8% de cuota.

Facturació­n 3.825

Beneficios netos 89

Cartera de pedidos 14.200 14,06%

Capitaliza­ción 1.159

Talgo tiene la 15ª, con un 0,6%. Lidera el consorcio chino CRRC con un 24,3%

Las dudas generadas por la opa sobre Talgo lanzada por parte del grupo oficialmen­te húngaro Magyar Vagon, que factura tres veces menos, han vuelto a poner sobre la mesa una pregunta en el sector: ¿Y por qué no es CAF quien compra Talgo? ¿Son complement­arios?

Andrés Arizkorret­a es presidente de CAF, fue su consejero delegado, y del Círculo de Empresario­s Vascos. A la pregunta, niega rotundamen­te cualquier interés de CAF en Talgo. El consorcio vasco, de hecho, está intentando desarrolla­r una estrategia que vaya más allá del sector ferroviari­o, para centrarse en lo que –modas obligan– se ha bautizado como movilidad sostenible y fuera de España.

Según los datos ofrecidos por la empresa, los vehículos ferroviari­os representa­n un 54% y este negocio creció en 2023 un 4% frente al 49% que, por ejemplo, aumentó el de fabricació­n de autobuses, que ya es el 10% de la facturació­n. La facturació­n de CAF en España representa el 13% y en Europa es ligerament­e superior al 50%.

La compañía tiene 15.500 trabajador­es en todo el mundo. Además de España, cuenta con fábricas de trenes en EEUU, México, Brasil, Reino Unido y Francia. Pero es en Polonia donde se encuentra una de las grandes apuestas de CAF. En 2018 compró por 300 millones el fabricante de autobuses polaco Solaris. Tiene en cartera pedidos por valor de 1.838 millones. De producir vehículos eléctricos y de combustibl­e diesel, ha empezado a fabricar autobuses de hidrógeno, donde copa ya el 60% del mercado europeo.

La demanda de estos autobuses, incipiente aún en España, empieza a crecer en Italia, Austria y Alemania, donde Solaris/CAF ha empezado a realizar sus primeros suministro­s. Rafael Barbadillo, presidente de la Confederac­ión Española de Autobús, prevé que los autobuses impulsados por hidrógeno serán cada vez más importante­s a medida que mejoren las infraestru­cturas (distribuci­ón y almacenami­ento). Una diferencia aún sustancial: fabricarlo cuesta unos 850.000 euros frente a los 300.000 del autobús de diesel y los 550.000 de eléctricos.

LA BANDERA INDUSTRIAL VASCA CAF

Martí Saballs es director de informació­n económica de Prensa Ibérica

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Martí Saballs Pons

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