El Periódico - Castellano

‘A-Ba-Ni-Bi’: el mundo es maravillos­o

- Josep Maria Fonalleras Josep M. Fonalleras es escritor

Érase una vez un estado, de nombre Israel, que se presentó al concurso de Eurovisión. En la década de los 70 lo ganó en dos ocasiones. La primera, en 1978, con una canción de Izhar Cohen y el grupo Alphabeta. La segunda, en 1979, con otra llamada Hallelujah, interpreta­da por tres chicos muy coquetos y simpáticos, los Milk and Honey, acompañado­s por la solista Gali Atari, también muy agradable y coqueta. No he mencionado el nombre de la primera canción. Se llamaba A-Ba-NiBi y es más que probable que muchos de ustedes la hayan cantado y bailado en alguna fiesta mayor, porque El Niño de la Peca la versionó en español con esta letra: «A-Ba-Ni-Bi o-Bo-He-Bev, A-Ba-Ni-Bi quiere decir te quiero amor». La letra de la otra ganadora israelí no era menos interesant­e que esta. Los de la leche y la miel decían: «Aleluya en todo el mundo, todo el mundo cantará Aleluya, una sola palabra para un corazón lleno de agradecimi­ento que proclama que el mundo es maravillos­o». Eran otros tiempos, aquellos en los que las letras eran tan inocentes, blancas y coquetas (o simplement­e idiotas) que no querían decir nada o querían decirlo todo, es decir, se dedicaban a alabar el amor y la paz universal.

El Israel de 2024 decidió que este año no tocaba ñoñería, sino activismo y decidió que su futura intervenci­ón en Eurovisión debía transmitir un mensaje político. Como las cosas están como están, los responsabl­es de la Corporació­n de Radiodifus­ión Pública de Israel (KAN) optaron por presentar ante la Unión Europea de Radiodifus­ión un canto que evoca la matanza del 7 de octubre. La sola presencia de Israel en el festival genera desde hace tiempo mucha controvers­ia, pero, en los momentos actuales, la posibilida­d de un boicot está más extendida que nunca. Sobre todo entre los países nórdicos. En 2019, un grupo islandés neo-punk-siniestro-neogótico-sadomasoqu­ista-de-salón, los Hatari, se atrevieron (¡atreverse, sí!) a ondear banderas palestinas durante las votaciones. Tuvieron que salir por piernas de Tel Aviv. Por eso, los de la televisión judía decidieron apostar fuerte. Hablaremos de la lluvia de octubre, dijeron. La canción, October rain, fue rechazada porque las referencia­s a los ataques a los kibutz y a la masacre del SuperNova Festival –«no hay aire para respirar, no hay sitio para mí»– eran demasiado obvias. Volvieron con Dance forever, que también hablaba de los episodios de octubre –«baila como un ángel; recordarás que bailaré para siempre»– y ahora han recibido la definitiva aprobación europea con Hurricane, que es una cancioncil­la insulsa pero que, en hebreo, por ejemplo, dice: «No hay necesidad de grandes palabras, solo oraciones, aunque verte sea difícil, deja una lucecita encendida». No sé, yo creo que aquí hablan de los rehenes y que un huracán no es

La sola presencia de Israel en Eurovisión genera controvers­ia, pero, en los momentos actuales, la posibilida­d de un boicot está más extendida que nunca

precisamen­te una imagen pacífica. Con lo fácil que habría sido volver al «A-Ba-NiBi o-Bo-He-Bev», en versión rap, por ejemplo. Era la única solución plausible para evitar lo que muchos pensaremos mientras Eden Golan, la cantante de este año, entona la primera estrofa. ■

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