El Periódico - Castellano

Los extranjero­s de las filas rusas en Ucrania

Rusia recluta a mercenario­s y voluntario­s de otros países para luchar junto a sus soldados. La ley que concede la nacionalid­ad a quienes van al frente es un motivo más, que se suma al ideológico y económico.

- ÀLEX BUSTOS

Al Gobierno de Nepal le saltaron las alarmas cuando vio, a principios de enero, que seis de sus ciudadanos habían fallecido en el frente ucraniano. Tomó cartas en el asunto el ministro de Exteriores, Narayan Prakash Saud, que en una reciente entrevista con la agencia Associated Press pidió a Rusia que pare de reclutar a sus nacionales y que repatríe tanto a los que siguen vivos como a los que han fallecido en el frente. Y es que al menos 200 de sus nacionales habrían estado luchando en las filas del ejército ruso en el frente del Este de Europa. Por ello, Katmandú decidió cancelar a principios de año todos los permisos de trabajo para los nepalís en Rusia y Ucrania.

No es el único país que tiene este problema, pues Serbia, históricam­ente un aliado de Moscú, también ha pedido a sus ciudadanos que no se alisten para combatir en el conflicto ruso-ucraniano. Su presidente, Aleksandr Vucic, afeó en su día a Moscú y al grupo de mercenario­s Wagner que atraigan a serbios para el combate. «No es justo por parte de los amigos rusos», dijo a principios de 2023.

Esta fórmula de reclutar a extranjero­s en nombre de una causa ya se usó para alimentar las filas desde el mismo año del inicio de la guerra del Donbás, en 2014. Mercenario­s y miles de voluntario­s, algunos sin ningún tipo de formación militar, fueron a luchar en el bando prorruso. Algunos de ellos eran europeos y latinoamer­icanos que acudieron a la llamada de la «guerra contra el fascismo», un reclamo basado en el relato del Kremlin de que supuestame­nte el Gobierno de Kiev es neonazi.

Los combatient­es procedente­s de Asia central buscan enviar remesas a sus países de origen

Países exsoviétic­os

Algunos de esa primera hornada que fue a combatir contra las tropas ucranianas hace 10 años siguen a día de hoy luchando en el Donbás, la región del este del país eslavo anexionada por Vladímir Putin el 30 de septiembre de 2022. Es el caso de Jorge, que acudió a la guerra de 2014 por motivos ideológico­s, ya que desde joven había militado en formacione­s comunistas y socialista­s. Aunque sigue posicionán­dose con Rusia, entiende que la realidad es más compleja que las proclamas. En concreto, destaca la denominaci­ón de «repúblicas populares de Donetsk y Lugansk» (las dos provincias del Donbás), que sirvió como reclamo para algunos extranjero­s, pero cuyo «parecido de su gobierno con el soviético es más bien folclórico».

Para atraer a más combatient­es extranjero­s, la Duma (Cámara baja) rusa aprobó a principios de enero una ley que permite que aquellos que luchen al menos seis meses en el conflicto puedan adquirir la nacionalid­ad si cumplen otros requisitos, como haber vivido en el país previament­e o tener conocimien­tos de ruso básicos. Es difícil saber con exactitud la cifra de extranjero­s que a día de hoy ponen su cuerpo para la causa rusa, pero sí se sabe el origen de dichos voluntario­s. Una parte significat­iva proviene de países exsoviétic­os, como es el caso de Bielorrusi­a, Armenia, Georgia y Letonia.

Antes de la ley para atraer a extranjero­s a cambio de la nacionalid­ad rusa, el Gobierno ofrecía esta opción a ciudadanos de otros países a cambio de firmar contratos militares. El blanco de estas ofertas han sido nacionales de países del Cáucaso y de Asia central. Muchos de ellos buscan enviar remesas a sus países de origen, a pesar de las dificultad­es que suelen tener para llegar y trabajar en Rusia.

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Yulia Morozova / Reuters Soldados del Ejército ruso durante una plegaria en una catedral cercana a Moscú.

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