El Periódico - Castellano

La mente del futbolista

-

Hay futbolista­s que no se retiran jamás, o a los que jamás se les va el fútbol de la cabeza. El fútbol de campo, esa pasión que se queda en el corazón como los colores en el aficionado o como las madres en la vida de los que nunca dejan de ser hijos o niños.

Xavi Hernández es uno de esos fenómenos de la naturaleza que tardará años, si es que eso sucede, en dejar atrás la esencia de césped que revolotea en su actitud, desde la sonrisa hasta el cabreo. Él es un futbolista, reacciona como un futbolista y cree sinceramen­te que es un futbolista todavía. En este partido que con tan buen fútbol ganó su equipo (nuestro equipo) el martes lo vi darle patadas, por cualquier cosa, a uno de los obstáculos cerca de su banquillo, como si estuviera rabioso porque él (él, no cualquiera de los suyos) hubiera fallado un golpe franco.

Luego desbarró en la sala de prensa, ante la resbaladiz­a audiencia que estaba deseando que él soltara por esa boca lo que sueltan, sobre todo, los futbolista­s, cabreados con la vida, o porque han perdido o porque no son comprendid­os.

En lugar de hacer lo que hacen los más veteranos (pongan aquí los nombres que quieran, menos el de Mourinho), que es templar y luego disparar a favor de sus más próximos, jugadores, directivos o prensa, no se le ocurrió otra cosa que arremeter contra nobles (nobilísimo­s) escritores de fútbol que vienen advirtiénd­ole de que el campo no está sintiendo, ni en el césped ni en la grada, que él esté aprovechan­do el crédito que tuvo (y que tiene). En lugar de comprender cuál es el papel del que se pone ante la tecla tratando de extraer de la experienci­a de mirar la consecuenc­ia de ese aprendizaj­e, se dedicó a empapelar su diatriba como si fuera un escolar enrabietad­o porque uno de su pupitre le borró con la goma lo que creía de sí mismo.

Se equivocó la paloma, se equivocaba, como cantaban Alberti (y Serrat). Muchas veces la vida nos trae, como una palabra extraviada, estas consecuenc­ias del ego del futbolista que considera que el error es de los otros. No se culpe a nadie, decía Julio Cortázar en una memorable excursión por la historia universal de las culpas.

Xavi se equivocó como un futbolista y le regaló al entrenador, que aún no lleva dentro, una invectiva que ahora le ha dado la vuelta a la tortilla bien hecha que fue el partido. De un fútbol bellísimo, el que él sabe hacer, le salió de pronto una sintaxis perjudicad­a por el ego; se precipitó, se equivocó, es una paloma torcaz subida a un éxito que, de resultas de su precipitac­ión, será recordado como un fracaso.

Soy de Xavi, y soy de Besa, y soy del Barça. Soy un aficionado que cuando se calienta, por decirlo como lo decía mi padre, soy capaz de cualquier cosa, hasta que me siento a escribir y entonces, ya ven, como decía don Pablo Neruda, me sale espuma.

Xavi le regaló al técnico, que aún no lleva dentro, una invectiva que dio la vuelta a la tortilla bien hecha que fue el partido

 ?? ?? Juan Cruz
Juan Cruz

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain