El desprecio al cronista
contratado a un asesor de prensa en el Barça, no parece importarle que pueda haber roto puentes con periodistas con los que intercambia o intercambiaba mensajes de WhatsApp. En su entorno se aclara que no se siente en conflicto, no se arrepiente de su pulla y considera que si a él le toca tolerar las críticas, el periodismo debe hacer lo mismo.
Koeman, Setién y Valverde encajaron en los últimos años juicios muy severos, mucho más que Xavi, sobre la forma de jugar del Barça. Ninguno se revolvió con tanta firmeza como lo hace ahora el técnico catalán. Luis Enrique come aparte. También Louis van Gaal, rebobinando más atrás.
Xavi no deja de ser un rara avis en el banquillo del Barça, por ese contacto directo que ha buscado con determinados periodistas con los que ha mantenido una relación de confianza. Frecuentemente han sido mensajes reprobatorios por lo publicado en diarios o dicho en radios y teles. En los últimos tiempos ha tratado de reprimirse, según alguien cercano a él.
«Mala baba»
En el intercambio de noviembre con Besa le recriminaba, según reveló el mismo periodista en la cadena SER, «mala baba» en el titular de marras. El periodista confesó sentirse herido por esta apreciación. «Puede que yo me equivoque, pero me sabe mal que vea mala fe», dijo, incómodo ante la posibilidad de que se genere un debate entre un periodista y el equipo.
Ciertamente, se corre el riesgo de que el cisma fomente un corporativismo periodístico que a la gente pueda resultarle ajeno o estomagante. El propio Besa se ha mostrado consciente de ello en sus intervenciones radiofónicas, que ahora desea cortar.
A la vez, puede que Xavi calcule que esta colisión pública sea útil como herramienta aglutinadora en el vestuario. La prensa como enemigo exterior es un recurso antiguo en el deporte profesional. Según cuentan desde la Ciutat Esportiva, la palabra bufón quedó grabada también entre algunos jugadores. Besa pidió perdón en sus intervenciones de ayer por si alguien se había sentido herido.
En el caso de Xavi, según la tesis más extendida del momento, tendría en el punto de mira a aquellos periodistas que considera afines al guardiolismo, los cuales no le querrían ningún bien. Una apreciación peregrina que podría volcanizarse si el viernes el Barça y el City se emparejasen en el sorteo de cuartos.
Ser cronista deportivo es un oficio cabrón. Te consume y te escupe. Si escribir ya es de por sí una tortura, hacerlo desde la tribuna de un campo de fútbol puede llevarte al límite. Tienes que ser muy rápido, porque no hay supervivencia sin inmediatez; preciso, aunque tu mirada compita con la del realizador y su ejército de cámaras; y coherente, por mucho que un partido mal diagnosticado pueda acabar aplastándote. Pero si algo define al cronista es el miedo. A no llegar a tiempo. A la errata. Al mal análisis. A la reacción del lector que busca que le masturben, y a la del protagonista, que pretende salir indemne ante un espejo que siempre le deforma.
Quizá los cronistas deportivos no tengamos ni puñetera idea de fútbol y los estadios no sean más que el lugar donde encontramos la metadona a nuestros complejos. Ni deportistas, ni escritores. Qué más da que en esas puñeteras tribunas nos hayamos dejado trozos de nuestras vidas mientras relatábamos éxitos, pero sobre todo derrotas, que eran las de otros. Nunca las nuestras. No es sencillo.
Ramon Besa, cuando escribe, nunca habla. Tampoco sonríe. El sufrimiento define al cronista. No hay otra interacción posible que no sea con la página en blanco, porque es la que en realidad te humilla y acaba contigo si percibe que no eres capaz de controlar tus demonios. Sí. La página en blanco. No Xavi Hernández, antes celebrado futbolista y ahora sufrido entrenador.
Pretendió Xavi humillar al cronista la noche en que el Barça eliminó al Nápoles, séptimo de la Serie A italiana, y se clasificó cuatro años después para unos cuartos de final de la Champions. El técnico entendió que, inmerso en esa espiral revanchista que le acompaña desde que decidió irse sin haberse ido, había llegado también la hora de pasar facturas. Y recordó un titular de Ramon Besa en El País de hace cuatro meses (7 de noviembre de 2023): «El Barça es el bufón de Europa».
Aquel día, el Barça había perdido ante el Shakhtar en otro de aquellos partidos lastimosos que han definido la participación continental del equipo durante los últimos nueve años.
El ecosistema del Barça es de naturaleza crítica, algo que no agrada al preparador
En el seno de la propia directiva también causaron estupor las frases del entrenador
Los cronistas a los que Xavi exige devoción y militancia perdemos a diario. Él, por suerte, solo de vez en cuando
Tiempo en que a nadie se le ocurrió buscar las respuestas en La Masia, origen de la última resurrección.
Hay algo que quizá Xavi no sepa, pero que convendría explicarle. Los cronistas a los que exige devoción y militancia, antes desde el paraíso dictatorial de Catar, ahora desde la corrosiva Barcelona, seguiremos en nuestras tribunas de prensa cuando él ya no esté. Despreciados. Y con el mismo miedo al fracaso. Porque nosotros perdemos a diario. Y Xavi, por suerte, sólo de vez en cuando.
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