El Atlético no deja de creer y echa al Inter en los penaltis
El equipo rojiblanco se clasifica para los cuartos tras un apasionante duelo resuelto en la tanda final. Oblak fue el héroe de los rojiblancos.
Fe y razón. A partes iguales. Eran las dos virtudes que el Atlético tenía que exponer ante el Inter para terminar con su racionalismo. El convencimiento ciego en que el Inter, uno de los mejores equipos de Europa, era solo una estadística a la que se podía combatir con el surrealismo mágico. El de un conjunto vulnerable atrás, ciego como visitante, aunque un ejemplo ante los suyos. Donde todo lo demás no importa. Al Atlético le sobró fe y Oblak se llenó de razón. Ese al que le habían colgado la etiqueta de que las tandas no eran lo suyo. De que la vida le pasaba por delante cuando tenía en su mano ser el pasaporte hacia los sueños. El esloveno, con dos paradas magistrales, fue la llave de la clasificación.
El equipo local hizo casi todo lo que pedía la eliminatoria. Primero, librarse de los complejos, yéndose a por el rival sin importar sus circunstancias. Supo reponerse al golpe anímico de verse atrás en el marcador y al borde del abismo. Griezmann mediante. Y se despertó justo a tiempo para llevar al Inter a la prórroga por una cuestión de ideología. La de Memphis Depay, de profesión alborotador. Así, hasta la tanda final, donde todo deja de tener sentido y simplemente cabe esperar. El bien, el mal o todo lo contrario.
La carta del mago
No existe un manual ideal de remontada, pero si existiera, incluiría siempre un ambiente como el del Metropolitano. Un estadio cautivador que ha conservado el espíritu del Vicente Calderón. Simeone dio entrada de inicio a Savic y pudo alinear por fin a Griezmann. La carta del mago, un recurso imprescindible para reorientar la eliminatoria.
El 0-1 pasó por los pies de Barella, la gran tortura del Atlético en esta eliminatoria, a pesar de contar con un marcaje más cercano en la vuelta. Fue él quien le puso un balón preciso para Dimarco, quien derritió a la zaga rojiblanca. Olía a incendio, pero Griezmann resucitó para compensar el golpe. Bastoni falló en el despeje y el galo, con un remate cruzado, batió a Sommer. El Inter no fue a por la sentencia y esperaba