Los pactos ocultos de los partidos
ERC y Junts descartan pactar con el PSC, pero exhiben dificultad para volver a gobernar juntos. Los posconvergentes prevén oficializar el día 23 en unas primarias la candidatura de Puigdemont.
Si algo se puede prever ya a estas alturas de las elecciones del 12 de mayo es que ningún partido catalán obtendrá la mayoría absoluta para gobernar en solitario, lo que obligará a todo el mundo a pactar. Esto hizo que, el día después del anuncio del adelanto electoral, algunos partidos ya se lanzaran a definir el perímetro de sus pactos. Los más contundentes fueron ERC y Junts, que descartaron que sus votos sirvan para hacer presidente al candidato del PSC, Salvador Illa. «Seguro que no», dijo el secretario general de Junts, Jordi Turull. «Con el PSC tenemos proyectos incompatibles», coincidió el candidato de ERC y presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
Si cumplen con este veto, ERC y Junts están condenados a entenderse tras los comicios y a volver a reeditar –siempre que las encuestas no fallen y consigan sumar algún otro partido– los gobiernos de coalición que mantuvieron entre enero de 2016 y octubre de 2022. O, como mínimo, a votarse una investidura. Ayer republicanos y posconvergentes defendieron este escenario, el de volver a apostar por un pacto entre independentistas, pero, a la vez, también alimentaron las dudas de que esto sea posible porque los dos demuestran que siguen en carne viva las heridas de su divorcio del otoño de 2022.
Profundos recelos
Así, Turull y Aragonès, sin hablarlo, hicieron el mismo planteamiento. Por un lado, se tendieron la mano para entenderse en el futuro, pero, por el otro, también exhibieron un profundo recelo como consecuencia de cómo acabó su alianza la última vez. En una entrevista en RAC1, Aragonès dijo que «ojalá que fuera posible» repetir un acuerdo con Junts –también con la CUP y los Comuns–, pero les reprochó su decisión de «abandonar» el Govern. En una entrevista en Catalunya Ràdio, Turull apostó por hacer un Govern «netamente independentista», pero acusó a Aragonès de haber forzado unas elecciones para impedir que Puigdemont pudiera ser candidato a todos los efectos.
A pesar de ello, los posconvergentes dan por hecho que el expresident repetirá como candidato y aseguran que, aunque no podrá hacer campaña con normalidad, sí estará en Catalunya durante el debate de investidura. La candidatura de Puigdemont previsiblemente se oficializará la semana que viene, con la celebración de unas primarias internas el día 23.
Pero más allá de los reproches cruzados, que son consecuencia tanto de su divorcio en el Govern como de la tensión vivida los momentos álgidos del ‘procés’, también habrá que ver qué credibilidad tiene entre el electorado este veto al PSC. Sobre todo desde el punto de vista que tanto ERC como Junts llevan años tejiendo pactos con los socialistas en otras instituciones. Por citar solo un par de ejemplos compartidos, tanto republicanos como posconvergentes invistieron a Pedro Sánchez el año pasado. Además, Junts gobernó con el PSC en la Diputación de Barcelona en el periodo 2019-2023 y ERC lo están haciendo ahora.
Lo que no pueden verbalizar ni ERC ni Junts es que su escenario poselectoral favorito sería lograr una rotunda victoria que forzara al otro a facilitarle la presidencia de la Generalitat sin poder exigir a cambio formar parte del Govern. Pero esta situación ni se ha producido en la última década ni la detecta ninguna encuesta.
■