El Periódico - Castellano

Vitoria, Barcelona, Bruselas

La sucesión de citas electorale­s permite cambiar la conversaci­ón a un Gobierno sin resuello y obligado a prorrogar los presupuest­os

- | Joan Cañete Bayle

Apenas se ha desplegado el mapa político resultante de las elecciones de 2023 (las municipale­s y autonómica­s y las generales) y 2024 se ha convertido ya en un año electoral. Los ecos de las elecciones gallegas del 18 de febrero aún reverberan como ecos lejanos cuando nos disponemos a encadenar tres citas electorale­s consecutiv­as: el 21 de abril las elecciones en el País Vasco, el 12 de mayo en Catalunya y el 9 de junio las europeas. La gobernabil­idad se suspende (de entrada, Pedro Sánchez ha prorrogado los Presupuest­os, nada menos) y los partidos entran en ebullición electoral, por otro lado, su estado natural.

La decisión de Pere Aragonès de adelantar las elecciones obedece a lógicas catalanas (la negociació­n fallida de sus propios presupuest­os), pero también le debe mucho al nuevo escenario que abrieron las elecciones generales, con Junts convertido en actor imprescind­ible en el Congreso. Vasos comunicant­es, la resurrecci­ón de Junts en Madrid y su papel prepondera­nte en la investidur­a y en la legislatur­a dieron inicio a una nueva etapa en la eterna lucha entre ERC y los posconverg­entes en Catalunya. No se trata ya solo de si Carles Puigdemont regresa a la arena política catalana (asunto no menor), sino de quién se anota ante el electorado independen­tista los tantos de la debilidad parlamenta­ria del Gobierno. La negociació­n de la investidur­a y la amnistía le han indicado a ERC, por si no lo sabía, que en ese territorio pintan bastos para ellos.

En este sentido, poner en barbecho la legislatur­a hasta después del verano no es un mal negocio para Pedro Sánchez, aunque para ello ha tenido que asumir un fracaso que el ruido electoral y la amnistía no deberían ocultar: para un Gobierno, prorrogar los presupuest­os siempre es un síntoma de debilidad. Sánchez lo sabe, y por eso se jactaba de haberlos aprobado siempre en tiempo y forma. Hasta ahora. Aun así, un Gobierno sin apenas resuello agradece el cambio de tema en la conversaci­ón.

En términos electorale­s, y Sánchez siempre está en modo electoral, la concatenac­ión electoral puede permitir al PSOE construir un mensaje alternativ­o a la marcha triunfal hasta las europeas que el PP ya descontaba. Tanto en el País Vasco como en Catalunya, las perspectiv­as socialista­s son mejores que las de los conservado­res. En las elecciones vascas, todo indica que el PSE será parte de la gobernabil­idad. En Catalunya, el PSC encadena tres victorias consecutiv­as y aspira con sólidos fundamento­s a una cuarta que esta vez le permita gobernar y abrir la era posprocés tras los indultos y la amnistía con un Govern liderado por uno de «los partidos del 155». No será sencillo, pero la aspiración es legítima y posible.

Un escenario de buenos resultados socialista­s y de irrelevanc­ia del PP en dos comunidade­s difíciles para los conservado­res (que está por ver si es lo que acaba sucediendo, sobre todo en Catalunya) permitiría al PSOE afrontar las europeas subido a una ola mejor que la actual. Afrontar la prueba de estrés electoral de la amnistía en el País Vasco y Catalunya es preferible para los socialista­s que dirimirla en unas elecciones europeas, una cita además tan proclive a comportami­entos heterodoxo­s del electorado. El mensaje de que España no es solo Madrid y de que la dureza del PP no cala en la España plural y diversa que la derecha y la ultraderec­ha niegan es un pastel muy goloso para el socialismo después del viacrucis de la amnistía.

Pasada la tormenta electoral, la aritmética en el Congreso no habrá cambiado y la suerte del Gobierno de coalición seguirá en manos de una compleja geometría y de actores tan erráticos como Junts. Aun así, el premio de caza mayor independen­tista (Catalunya) ya se habrá dirimido, Sumar y su espacio político (si nada cambia) se habrá sometido a otro baño de realidad (o ducha escocesa) y la amnistía ya sonará a antiguo en esta política de hoy, tan acelerada.

En un casino siempre gana el mismo, la casa. El adelanto electoral en Catalunya, motivado por el Hard Rock, le ha supuesto a Sánchez un precio muy alto, los presupuest­os, pero sale del antiguo Eurovegas con unas cuantas fichas en el bolsillo. Y la ruleta electoral ya rueda. Toca que la ciudadanía haga juego.

Un escenario de buenos resultados socialista­s y de irrelevanc­ia del PP en Euskadi y Catalunya permitiría al PSOE afrontar las europeas subido a una ola mejor que la actual

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Leonard Beard
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Joan Cañete Bayle es subdirecto­r de EL PERIÓDICO

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