Starship, un tercer viaje casi perfecto
Tras el estrepitoso fracaso de abril y la amarga decepción de noviembre, el enorme cohete diseñado por SpaceX consiguió ayer realizar con éxito todas las maniobras previstas.
El cohete más potente jamás construido, el mismo que promete volver a llevar a la humanidad a la Luna y hasta soñar con los primeros pasos en el planeta rojo, logró por primera vez completar un vuelo casi perfecto. Tras el estrepitoso fracaso de abril del año pasado (cuando el cohete explotó unos segundos después del despegue) y la amarga decepción de noviembre (cuando la nave superó los escollos iniciales pero también acabó estallando), ayer, en su tercer intento, el cohete Starship de SpaceX consiguió superar su mayor prueba hasta la fecha, completó casi todos los hitos que se había propuesto pero, finalmente, «se perdió» durante la última fase de la misión, mientras volvía a entrar en la atmósfera terrestre.
Starship despegó ayer al mediodía (hora peninsular española) desde la base espacial Starbase, en el sur de Texas, a unos 30 kilómetros de la localidad estadounidense de Brownsville. Este vuelo era, en realidad, una test técnico, ideado para poner a prueba el funcionamiento de todos los componentes implicados en la misión.
En el transcurso de su recorrido, además, la misión realizó con éxito varias maniobras clave para futuras misiones. Por ejemplo, consiguió abrir las compuertas (algo muy importante para que se pueda utilizar el cohete para lanzar instrumentos científicos al espacio). También logró realizar la maniobra de transferencia de combustible entre tanques (un proceso imprescindible en futuras misiones lunares y que NASA ha subvencionado con más de 52 millones de dólares).
Cohete gigantesco
En la otra cara de la moneda, Starship solo sufrió tres fallos. O mejor dicho, tres tareas que no se pudieron completar como se había previsto. La primera tiene que ver con el propulsor del cohete, el SuperHeavy, que acabó explotando. La segunda con un fallo en el encendido de los motores durante la última fase de la misión, cuando la nave se disponía a reentrar en la atmósfera terrestre. Y la tercera es la pérdida de la nave durante el proceso de regreso a la Tierra. Aun así, sus impulsores afirman que el vuelo fue todo un éxito y que acerca a la humanidad al sueño de volver a la Luna, llegar a Marte y quién sabe si viajar más allá.
El cohete es un verdadero gigante de más de 120 metros de altura, casi diez metros de diámetro y una masa de unas 5.000 toneladas.
A diferencia de sus predecesores, como los empleados para el programa Apolo, este vehículo ha sido diseñado para ser reutilizable. De hecho, la estructura se divide en dos etapas: un propulsor, conocido como Super Heavy, y una nave espacial bautizada como Starship. Estas piezas han sido ideadas para despegar de forma conjunta y desacoplarse en el proceso de vuelo para que, después, el propulsor vuelva a la Tierra y la nave espacial continúe su camino por el espacio. En ambos casos, estos instrumentos cuentan con el impulso de decenas de motores Raptor, unos de los más potentes jamás construidos.
La misión tuvo un arranque más que explosivo. En abril, en su primer intento de vuelo, Starship consiguió despegar de forma exitosa pero explotó tras tan solo unos segundos de vuelo. Entonces, SpaceX afirmó que la nave había experimentado un «rápido desmontaje no programado» pero que, aun así, el vuelo había sido un éxito porque les había permitido «aprender mucho» sobre el funcionamiento de este cohete.
Meses más tarde, en noviembre, la compañía de Elon Musk intentó de nuevo lanzar esta nave espacial y, aunque consiguió que las dos etapas del cohete se desacoplaran correctamente, las piezas volvieron a explotar.