¿A quién le interesa destronar a Kate?
El famoso burdo retoque de la foto ha provocado que la princesa de Gales perdiera su credibilidad, uno de los valores más importantes en cuestiones de imagen personal.
Necesitaría un libro para analizar el Kate Gate, pero sólo dispongo de unos tres mil caracteres. Para entrar en materia empiezo sugiriéndoles que se pongan de fondo la banda sonora de The Crown. ¿Listos? Vamos allá…
El príncipe Harry aseguró en varias entrevistas que era habitual que los gabinetes de comunicación dentro de palacio se hicieran la guerra sucia los unos a los otros. «Llega un punto en el que te das cuenta de que ciertos miembros de tu familia han decidido pactar con el diablo para rehabilitar su imagen», señaló el hijo pequeño de Carlos III…
Una operación abdominal comporta una recuperación lenta y dolorosa. El anuncio de dos meses de baja de Kate Middleton, aunque impacte porque se trata de una mujer joven y deportista, entra dentro de lo comprensible. Sin embargo, la gestión por enfermedad que han mantenido la princesa de Gales y la del rey son absolutamente opuestas. Siguiendo uno de los lemas de su madre («ser visto para ser creído»), vimos entrar y salir por su propio pie a Carlos III de la clínica donde fue intervenido, ha mantenido sus audiencias semanales con el primer ministro e incluso ha grabado un entrañable vídeo dando las gracias por las muestras de cariño y ánimo recibidas. Un miembro de la familia real tiene derecho a la intimidad, no a la privacidad.
El silencio sobre Kate no encaja ni con su personalidad ni con la imagen que siempre ha ofrecido. Aunque discreta, eso no ha impedido que se mostrara cercana y natural (su gesto más aplaudido es su permanente y sincera sonrisa). Y no sólo cuando las cosas van bien; también en momentos delicados. Fue ella quien caminó y habló con Harry tras el funeral del príncipe Felipe y quien supo apartarse cuando William se acercó para tratar de propiciar el reencuentro o, por lo menos, calmar los ánimos entre los hermanos.
Durante el jubileo de platino de la reina Isabel, cuando su hijo menor revolucionó y rompió el estricto protocolo del balcón de Buckingham con sus divertidos gestos y trastadas, los entonces duques de Cambridge emplearon el humor para agradecer el interés generado por el príncipe Louis. «Mi mujer es la artista», soltó ayer William mientras decoraba galletas con un grupo de niños. No sé si se le escapó o perseguía quitarle hierro al asunto.
El famoso burdo retoque de la foto ha provocado que Kate perdiera su credibilidad, uno de los valores más importantes en cuestiones de imagen personal y de marca. Una de las grandes agencias que eliminó la fotografía de su banco de imágenes subrayó que habían pecado al confiar en una fuente que hasta la fecha siempre había sido fiable. ■