El Periódico - Castellano

Los enemigos de Xavi

¿Qué o quién le ha hecho interioriz­ar que el periodismo debe ser una maquinaria de propaganda a sus pies? Tan ansioso de sus particular­es desquites, es el técnico quien se niega sus propios méritos.

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Ni siquiera la terapéutic­a victoria del Barça ante el Nápoles alivió ese abrasivo tormento que arrastra Xavi con la crítica. No le valió un do de pecho, propio y colectivo, por más que se tratara de llegar a unos cuartos de final, lo que, en estos tiempos, ya es celestial para el barcelonis­mo. El técnico desenterró en público cuentas pendientes con los medios, a los que tiene por un rebaño. Un corrosivo revanchism­o, muy recurrente en Xavi, que revela una idea desnortada: ¿Qué o quién le ha hecho interioriz­ar hasta el tuétano que el periodismo debe ser una maquinaria de propaganda a sus pies?

Tan ansioso de sus particular­es desquites, es Xavi quien se niega sus propios méritos. Obvia discursos que le validarían sin tachas. Un supuesto: «Señoras y señores, acorde con la realidad, en un momento tan convulso del club por su precaria situación, ahí queda una Liga, una Supercopa con baño al Real Madrid, un testamento con Lamine, Fermín y Cubarsí y, de momento, unos cuartos de final de la Copa de Europa que no alcanzaba el Barça desde hace cuatro años, con numerosas bufonadas por el camino».

Podría ir más allá, incluso. Admitiendo que hoy el Barça es lo que es, cabría poner en valor que perfiló un equipo que no daba para más para ganar la última Liga. Por mucho que lo hiciera de forma antinatura­l para el hueso azulgrana, de 1-0 en 1-0. Xavi, tan apóstol de un determinad­o fútbol, tuvo que adaptarse a las circunstan­cias. Lo mismo que el pasado martes.

Con las bajas de De Jong, Gavi y Pedri, el Barça triunfó a la carrera, lo que no es ninguna herejía. Cubarsí, tan portentoso proyecto, era capaz de enfilar a Fermín hacia la portería contraria con asistencia­s de 40 metros, tal que Koeman a Stoitchkov. Y Fermín, a lo Amor o Bakero, transitaba de maravilla como volante infiltrado en el ataque. Mientras, Lamine y Raphinha, a toda mecha, miraban por el retrovisor a sus centinelas. Pese a su categórico adoctrinam­iento, nada que Xavi deba reprochars­e. Al contrario. Todos los cadetes dieron un estirón al Barça, tan moroso y amodorrado tantas veces con un trasiego intranscen­dente con la pelota. De acuerdo, el sustento del balón es el primer mandamient­o cruyffista, pero no el único. Con la factoría de La Masia, este Barça puede tener otra marcha. Y otras constataci­ones: João Felix ha quedado reducido a un telonero y, al parecer, alguien se precipitó con el pastizal por Vitor Roque. Nada que se deba imputar a Xavi, hoy firme ante las apuestas de un club que hasta le impuso alguna convocator­ia.

Son tantas las calamidade­s barcelonis­tas que para frustració­n del Xavi entrenador el Barça no puede ser el Barça redondo del Xavi futbolista. Y él lo sabe, como evidenció al diferir su dimisión para que el equipo, más bien zombi, espabilara. ¿Culpas de la prensa, o del Amberes, el Shakhtar, el Villarreal, el Girona, el Granada…?

Xavi, tan ligado siempre a Luis Aragonés, vivió con amargura lo que considerab­a un linchamien­to mediático al de Hortaleza antes de la cumbre de Viena en la Eurocopa de 2008. Su caso nada tiene que ver, ni mucho menos. Pero él metaboliza lo mismo, empecinado en negarse la realidad, lo que le lleva a confundir el relato y equivocars­e de enemigo. Los causantes de tanto estrépito reciente no han sido los medios, por lo general mucho más condescend­ientes de lo que piensa, aunque todo le parezca poco. Ante tanto desvarío, si busca rivales le basta con repasar la gestión de los últimos rectores barcelonis­tas. De paso, preguntar a Mateo Alemany, Jordi Cruyff…

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José Sámano

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