«Votar es nuestro deber patriótico»
La primera de las jornadas electorales en Rusia transcurre en un ambiente de calma, a excepción de algunos contados sabotajes ante las urnas. Los comicios presidenciales, que se prolongarán hasta mañana, certificarán una reelección de Putin que todos dan por asegurada.
Ayer empezó la macrojornada electoral de los rusos, que deben pasar por las urnas para elegir a su presidente. Aunque los estudiantes no debían asistir a clase, por la necesidad de usar los centros, era día laborable. Sin embargo, ni por la mañana ni al mediodía ni siquiera por la tarde, cuando se abarrotan los autobuses y metros de Moscú al cierre de universidades y oficinas, se palpaba la hora punta en los centros electorales. Durante todo el día los funcionarios esperaron a los votantes en sus mesas, a la espera de identificarlos en el censo y darles el papel en el que deben marcar a cuál de los cuatro candidatos quieren como líder.
Es el caso de uno de los colegios electorales del barrio de Otradnoye, al norte de la capital rusa. En dicho distrito hay registrados más de 180.000 moscovitas, de los cuales solo 662 han pasado por la urna en uno de los 12 puntos de votación a su disposición. Según declaraba una de las trabajadoras públicas a cargo del proceso electoral, se prevé «que en los próximos días pase más gente, el fin de semana», y valoraba «la importancia que tiene para el pueblo ruso» expresar su opinión en las urnas.
La participación legitima los resultados electorales con la intención de proyectar la imagen de un proceso limpio que plasma el pensar de los rusos. De ahí que, tal y como informa el medio independiente Vyortska, en algunas regiones del Lejano Este ruso –la parte del país más cercana a Alaska– las autoridades informaron de que 400 colegios electorales ya habían registrado el 100% de participación el primer día. En otros puntos de la geografía rusa se intentaba atraer –como se lleva haciendo desde 2020– a los votantes con posibles premios para aquellos que participen. En esta ocasión son básicamente premios en metálico; otras veces, incluso se sortearon pisos y coches.
Entre los que sí participaron en la cita electoral, que se prolongará hasta mañana, predomina el perfil de personas mayores, los que estadísticamente consumen más medios de comunicación estatales, usan menos internet y suelen apoyar más a Putin. Uno de ellos es Vladímir. Cuando se le pregunta por quién votó, no duda. «Por el presidente, claro», afirmó rotundamente. Y se justificó: «En el pasado lo tuvimos todo fatal (en los años 90 cuando se disolvió la URSS), no había nada en las tiendas, mientras que actualmente hay de todo». De la misma quinta, Galina tiene muy claro cómo ve Rusia. Cuando se le pregunta sobre el futuro del país, contesta «que con Putin, todo irá bien».
Más tímido se muestra Kiril, de otra generación más joven. «Votar es nuestro deber patriótico», asegura repitiendo las palabras pronunciadas por Putin en una de sus últimas apariciones públicas, en la que pidió a sus compatriotas que participen en las elecciones. Sin embargo, al preguntarle por quién votó, prefiere guardarse la respuesta. «No me siento cómodo hablando de esto», argumenta.
Es vox populi que el presidente ruso ganará nuevamente estos comicios. No solo lo ha dicho en redes sociales el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que felicitó irónicamente el viernes a Putin, sino también sus rivales en las urnas, que no se atrevieron a decir que aspiraban a ganar.
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Los rivales que Putin ha dejado participar en las urnas ni tan solo se atreven a decir que aspiran a ganar