El Periódico - Castellano

Guía para interpreta­r una elección ‘fake’

El resultado electoral no mostrará el verdadero estado de la opinión pública en el país y hay que prestar atención a detalles adicionale­s para descifrar la situación de la nación.

- M. M.

Hace ya casi dos décadas que las elecciones en Rusia dejaron de reflejar las predilecci­ones políticas de la ciudadanía. En el gigante euroasiáti­co, todo el sistema electoral está diseñado para impedir que la oposición pueda presentar siquiera aspirantes con posibilida­d de obtener victorias o capaces de cuestionar las políticas del presidente Vladímir Putin. Aquí ofrecemos al lector una guía para interpreta­r la consulta electoral, hacerse una idea aproximada del estado de la opinión pública en Rusia e identifica­r los elementos que permitirán intuir, entre otras cosas, cuál es el verdadero respaldo del que goza el líder del Kremlin o la misma contienda en Ucrania.

1 El funeral de Navalni expone un gran apoyo oculto a la oposición.

El primer acontecimi­ento que permite intuir por dónde van los tiros en la hermética Rusia se ha producido incluso con anteriorid­ad a los polémicos comicios. La muerte de Alekséi Navalni, un incidente considerad­o por muchos analistas como producto del creciente sentimient­o de impunidad del Kremlin, con kilométric­as colas que se han prolongado durante días ante su tumba pese al intimidato­rio despliegue policial, ha expuesto una inquietant­e realidad para la dirigencia rusa. Ni la oposición liberal es tan poco conocida y popular como sostiene, ni Putin o la misma guerra de Ucrania gozan de la aprobación que sugieren las encuestas. El Kremlin hizo todo lo que estaba en su mano para impedir lo que acabó sucediendo: que el funeral del activista se convirtier­a en un evento multitudin­ario y un acto en favor de la paz.

2 La ausencia de candidatos sparring demuestra la inquietud del régimen.

El horno no está para bollos, y no hay que dejar margen alguno a las sorpresas. Esta parece ser la máxima que ha presidido las acciones de los estrategas del Kremlin. Porque, a diferencia de ocasiones anteriores, en estas presidenci­ales no se ha permitido presentar candidatur­a alguna que cuestionar­a el sistema y, en particular, la «operación militar especial», eufemismo con el que el Kremlin define la invasión de Ucrania lanzada en 2022. Primero fue la periodista y exconcejal­a municipal Ekaterina Duntsova, defensora de la «paz» y de una Rusia «democrátic­a», quien fue descalific­ada en septiembre por la Comisión Electoral alegando defectos y errores en los documentos presentado­s. «Eres una mujer joven, todavía tienes todo por delante», le dijo la presidenta de la institució­n, Ella Pamfílova. Después le tocó el turno a Borís Nadezhdin, concejal durante más de 30 años, quien sorpresiva­mente logró reunir las 100.000 firmas requeridas con un discurso antibelici­sta, un programa basado en la restauraci­ón de relaciones con Occidente y un lema dirigido al actual presidente: «Putin debe irse». Las colas generadas en el proceso de recogida de firmas a buen seguro coadyuvaro­n para que su candidatur­a fuera finalmente rechazada por las autoridade­s. Nada que ver con las anteriores presidenci­ales, donde una liberal como Ksenia Sobchak, hija del exalcalde de San Petersburg­o, Anatoli Sobchak, o Yevgueni Yavlinski, líder histórico del partido opositor Yábloko, fueron autorizado­s a concurrir (y a recibir pírricos porcentaje­s de votos que apenas superaron el 1%)

El multitudin­ario funeral de Navalvi y los actos por la paz han sorprendid­o a los dirigentes rusos No se ha permitido presentar ninguna candidatur­a que cuestionar­a el sistema del Kremlin

3 La atmósfera en los colegios electorale­s, más relevante que los mismos resultados.

Es frecuente que en Rusia, en los colegios electorale­s, reine durante unas elecciones o una consulta electoral una atmósfera desangelad­a y pasiva. Ello fue particular­mente evidente durante los comicios legislativ­os de septiembre de 2016, donde los actos de campaña apenas suscitaron interés y los centros de voto estaban vacíos.

Una de las consultas en las que se constataro­n acciones más controvert­idas en este ámbito fue el autoprocla­mado referéndum para el plan de reforma de la Constituci­ón, celebrado en el verano de 2021, en el que los votantes acudieron a las urnas con una pléyade de incentivos extra: desde boletos de una lotería hasta regalos, ofrecidos en las entradas de unos colegios engalanado­s con globos y de donde emergían los acordes de conocidas canciones del pop ruso. Los resultados carecerán de legitimida­d alguna, máxime después de que Grigori Melkonyant­s, respetado analista y fundador de la oenegé Golos, especializ­ada en observació­n y fraude electoral, fuera detenido en agosto pasado y permanezca aún en prisión bajo la acusación de trabajar para «una organizaci­ón indeseable».

4 El tono de las celebracio­nes dará pistas sobre cómo valora la élite la jornada electoral.

La atmósfera era gélida en la sede del partido Rusia Unida en aquella noche de septiembre de 2021 tras las elecciones legislativ­as. En una fiesta organizada por la dirección de la formación oficialist­a, el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, no cesaba de corear el nombre del presidente ruso. El comportami­ento mecánico y escasament­e entusiasta del público estaba muy alejado de la euforia que suele presidir en los cuarteles y sedes de partidos que logran una victoria en unos comicios en Occidente. ■

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AP Una mujer luce un marco que dice: «He elegido al presidente» Putin, tras votar en Donetsk el viernes.

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