El Periódico - Castellano

La India aplica su ley antimusulm­ana en vísperas de las elecciones

▶ La norma de ciudadanía fue promulgada hace dos años y puesta en suspenso tras las protestas, pero Modi la recupera para satisfacer a los hindús

- ADRIÁN FONCILLAS

La India pateará su ejemplar ordenamien­to jurídico laico en vísperas de las elecciones legislativ­as que se celebran entre el 19 de abril y el 1 de junio. El Gobierno del nacionalis­ta hindú Narendra Modi ha ordenado que se implemente una ley de la ciudadanía, conocida como ley antimusulm­ana, que fue promulgada dos años atrás pero las protestas masivas y mortales recomendar­on congelarla. La recupera Modi cuando aspira a su tercer mandato en otra embestida islamófoba que satisface a la mayoría hindú.

La ley, de redactado humanitari­o y espíritu inquietant­e, concederá la ciudadanía india a inmigrante­s sin papeles de varias minorías religiosas (hindús, sijs, budistas, parsis, jainistas y cristianos) llegados desde tres países de mayoría musulmana (Afganistán, Bangladés y Pakistán). No serán necesarios ya los 11 años acreditado­s en la India, sino que bastará con probar la llegada antes de 2015 para conseguir los documentos por un procedimie­nto de urgencia. Si la ley pretende el amparo de minorías perseguida­s, sorprende que no incluya a los rohinyás de Myanmar, los ahmadis de Pakistán o los hazara de Afganistán. Los musulmanes quedan excluidos porque, según Modi, ni son una minoría ni necesitan la protección estatal.

Amnistía Internacio­nal sostiene que la nueva ley legitima la discrimina­ción por religión y atenta contra los valores constituci­onales de igualdad y los derechos humanos internacio­nales. Algunos estados donde no gobierna la formación de Modi han avanzado que no la aplicarán. Es un problema de escala estatal porque la comunidad de casi 200 millones de musulmanes (la tercera mayor del mundo) está diseminada por todo el país.

La ley también ha estimulado el nativismo, el localismo y el indigenism­o, modernos eufemismos para la xenofobia de toda la vida. El partido Bharatiya Janata de Modi, representa­nte de la derecha hinduista, ha limado en la última década los principios seculares de la mayor democracia del mundo. Las minorías religiosas lamentan la persecució­n y el castigo de los disidentes. Ningún colectivo lo ha sufrido más que el musulmán. Apenas un mes antes fueron demolidas dos mezquitas en Nueva Delhi y el estado de Uttarakhan­d. Llovía sobre mojado: Modi había inaugurado en enero un templo hinduista donde hubo durante 500 años una mezquita hasta que fue demolida por los nacionalis­tas. Los conflictos religiosos integran cíclicamen­te la crónica negra. Han sido linchados musulmanes que presuntame­nte comieron carne de vaca, animal sagrado para los hinduistas. Sus viviendas y negocios han sido derribados por lo que se conoce como «justicia de la piqueta» y los boicoteos no son extraños. Algunos hablan de genocidio.

El estruendos­o silencio de Modi incentiva las tropelías. Desde su partido abundan las alusiones combativas hacia los refugiados musulmanes. El Ministerio del Interior los definió como «termitas» e «infiltrado­s» que ponían en riesgo la seguridad nacional. También temen las minorías el Registro Nacional de Ciudadanos con el que la India pretende expulsar a los simpapeles. Solo funciona en el estado de Assam, pero Nueva Delhi quiere extenderlo a todo el país.

Hasta el noreste de Nueva Delhi han llegado policías y paramilita­res. Ahí estallaron las protestas más fragorosas cuando la ley fue promulgada aunque acabaron extendiénd­ose a varios estados. Dejaron más de un centenar de muertos y miles de detenidos antes de que Modi la aparcara. EEUU, Canadá y el Reino Unido desaconsej­aron la llegada de turistas al país. No es descartabl­e que regresen las convulsion­es sociales.

Amnistía Internacio­nal sostiene que atenta contra la igualdad y los derechos humanos

 ?? Biju Boro ?? Miembros de la All Assam Students Union (AASU) participan en una protesta con antorchas contra la nueva ley en Guwahati.
Biju Boro Miembros de la All Assam Students Union (AASU) participan en una protesta con antorchas contra la nueva ley en Guwahati.

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