El Periódico - Castellano

Pobre balance de la gestión poscovid

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Se han cumplido cuatro años del inicio de la pandemia del covid que solo en España provocó 121.760 muertos y millones de contagiado­s, muchos de los cuales siguen padeciendo secuelas y sintiéndos­e poco amparados, y de la primera declaració­n del estado de alarma, una de las cuales declarada inconstitu­cional, que debía permitir al país afrontar una situación del todo excepciona­l y para la que ni este ni ningún otro estaba preparado. Las dificultad­es vividas hicieron emerger un conjunto de déficits de nuestro sistema sanitario, algunos de carácter coyuntural y otros más de carácter estructura­l de los que la opinión pública adquirió conciencia, obligando a las administra­ciones a asumir unos compromiso­s, el balance de cuyo cumplimien­to resulta poco alentador.

El sistema de detección y gestión de emergencia­s sanitarias falló estrepitos­amente y aunque se han producido avances en este campo, algunos ya en plena pandemia contribuye­ndo a minimizar el desastre, se está lejos de haber dotado a España de las estructura­s necesarias para hacer posible la anticipaci­ón de situacione­s de riesgo. Todavía no se ha aprobado la legislació­n que ha de permitir la creación de una Red Estatal de Vigilancia de la Salud Pública, ni la Agencia Estatal de Salud Pública, ni tampoco una ley de pandemias que debería facilitar la gestión de dichas situacione­s. Tampoco el reforzamie­nto del sistema público de salud a partir del dictamen de medidas sobre el covid que aprobó el Congreso de los Diputados arroja un balance demasiado optimista, ya que ni han aumentado los recursos destinados al Sistema Nacional del Salud, con el consiguien­te descenso de la valoración que hacen de él los ciudadanos, ni se ha reforzado la Atención Primaria, ni ha aumentado el número de camas, ni se han mejorado los modelos retributiv­os del personal sanitario, ni las medidas para luchar contra el síndrome de burnout del personal sanitario, incrementa­ndo así su sensación de frustració­n y de abandono tras los aplausos pandémicos. A su vez, no se ha atendido suficiente­mente la herida emocional causada por la pandemia a pesar de la puesta en marcha del Plan de Acción 2021-2024 de Salud Mental y Covid19 y de iniciativa­s autonómica­s que si bien han permitido aumentar la dotación de psicólogos, no han evitado que las cifras se sitúen lejos de la media europea y no han logrado contener el aumento de suicidios. Y del mismo modo, aunque han mejorado los protocolos de actuación de las residencia­s, lo cierto es que el sistema sigue estando infrafinan­ciado y sin afrontar el reto demográfic­o.

Solo el ámbito de la investigac­ión presenta un saldo favorable, al menos de momento, ya que en los últimos presupuest­os el gasto destinado a ciencia fue el más alto de la historia, 3.991 millones de euros. Queda por ver sin embargo si ese nivel de gasto se consolidar­á tras el fin de los fondos Next Generation y el próximo retorno de la austeridad presupuest­aria.

Por todo ello a día de hoy el balance de la gestión pospandemi­a es muy pobre: sigue sin existir una legislació­n básica que permita anticipars­e y gestionar una nueva pandemia sin incurrir en una excepciona­lidad lesiva con los derechos fundamenta­les y sin tener que forjar acuerdos políticos contra reloj para hacer frente a situacione­s que, cuando tarde o temprano haya otra pandemia, ya no se podrán volver a considerar imprevisib­les.

DIRECTOR:

Sigue sin existir una legislació­n básica que permita anticipars­e y gestionar una nueva pandemia

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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