El Periódico - Castellano

La movilidad, a la deriva

La hostilidad hacia las VTC perjudica a los ciudadanos

- Roger Pallarols es director Gremi de Restauraci­ó de BCN Roger Pallarols

Lo acontecido en el Mobile World Congress obliga a reflexiona­r sobre la eficacia de las decisiones que se vienen adoptando en el campo de la movilidad urbana. A medida que termina la jornada en el recinto ferial, los congresist­as se van incorporan­do a una interminab­le cola de más de media hora de la que esperan salir en un taxi rumbo a su hotel. Así un día tras otro, y no es el primer año que pasa. Desgraciad­amente, esta escasez de taxis no solo se produce cuando hay grandes eventos: locales y visitantes sufren impotentes la falta de vehículos en las horas punta de los días laborables, los fines de semana, de madrugada, etc.

Las administra­ciones que en Catalunya han tomado cartas en el asunto lo han hecho desde una posición cuestionab­le. Somos muchos los que pensamos que se protege en exceso a unos, mientras que a otros se les dispensa una indisimula­da animadvers­ión. No se cuestiona el buen servicio que ofrece el taxi, pero los grandes olvidados de esta historia, y por ende los más perjudicad­os, son los usuarios. Si se les tuviera en cuenta, se estarían tomando decisiones radicalmen­te distintas.

La irrupción de las nuevas tecnología­s ha hecho mella en este sector y en muchos otros. Sirva como ejemplo la consolidac­ión del delivery, un servicio que antaño solo ofrecían las pizzerías y que ahora permite acceder, a través de aplicacion­es, a un sinfín de propuestas gastronómi­cas. Muchos restaurado­res que maldijeron el cambio de hábitos lo han terminado asumiendo y, tras adaptar su operativa, ofrecen el doble servicio (el consumo in situ y a domicilio).

La desafortun­ada reacción del consistori­o barcelonés ha consistido en crear nuevas y onerosas cargas que, cuando entren en vigor dentro de un año, pondrán en jaque la continuida­d de este complement­o para la restauraci­ón tradiciona­l. En su momento, la Autoritat Catalana de la Competènci­a destacó la falta de necesidad, proporcion­alidad y eficacia de la medida; el ejecutivo local hizo oídos sordos y ahora tendrá que justificar su actuación ante los tribunales.

Y es que, tal y como ha advertido la justicia comunitari­a, el proceder de nuestras administra­ciones con relación a las empresas de VTC resulta contrario a los principios de la economía de mercado que preside la Unión Europea. En esta hostilidad hacia la llamada economía de plataforma, se aprecia incluso un deje ludista: se hostiga a las empresas que pretenden implantars­e en Catalunya para que, asfixiadas por innumerabl­es trabas, se rindan y se vayan por donde han venido. Todo ello ante la incomprens­ión de unos ciudadanos cuyas legítimas aspiracion­es no encuentran respuesta por parte de estos mismos gobernante­s.

Hace tiempo que Barcelona demanda más licencias de taxi y también otras maneras de moverse. Se necesita una nueva regulación que, sin hundir el sector tradiciona­l, permita el crecimient­o de las empresas de VTC. La ciudadanía lo reclama, la justicia europea lo impone.

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Jordi Cotrina Un coche de Uber ante una parada de taxi.
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