El Periódico - Castellano

La próstata, más allá del cáncer

El 70% de los hombres mayores de 40 años sufren problemas al orinar. El agrandamie­nto de la glándula prostática está detrás del 80% de los casos de molestias al miccionar.

- PATRICIA MARTÍN

Al igual que con los años la mayoría de músculos y huesos se atrofian, la próstata y la vejiga también sufren cambios. Por ello, se calcula que en torno al 70% de los hombres mayores de 40 años –según un estudio internacio­nal en el que han participad­o 30.000 varones– padecen lo que se denomina síntomas del tracto urinario inferior, que consisten en una micción débil, sensación de que no se vacía del todo la vejiga al orinar, dificultad para comenzar, incontinen­cia o la necesidad de visitar el baño muchas veces, de día o de noche.

Las estadístic­as indican que, a más edad, más probabilid­ad de sufrir estas molestias, que en ocasiones impactan en la calidad de vida. A partir de los 80, ocho de cada diez varones sufren algún tipo de síntoma. Y, dado el envejecimi­ento paulatino de la población, la incidencia va a más. Estos problemas suponen ya el 70% de las consultas de urología.

La causa de las molestias al miccionar es multifacto­rial: infeccione­s, piedras en la vía urinaria o problemas en la próstata, la vejiga o la uretra. Los padecen hombres y mujeres, pero en los varones la causa principal (el 80%) es la hiperplasi­a benigna de próstata, que consiste en que, con el paso de los años, la próstata crece y, en este proceso, a veces aprisiona a la uretra o afecta a la vejiga. «A todos los hombres les crece pero a unos les genera problemas y síntomas en el tracto urinario inferior y a otros no», explica el doctor José Placer, urólogo de Vall d’Hebron y del Hospital Quirón-Dexeus.

Intervenci­ón real

El rey Carlos III de Inglaterra, por ejemplo, ha sido operado del agrandamie­nto de la próstata y, a raíz de la intervenci­ón, los médicos han descubiert­o que el monarca padece cáncer. No obstante, según precisa el doctor José Manuel Corral, urólogo y andrólogo del Hospital Clínic de Barcelona, sufrir estos síntomas no implica directamen­te tener cáncer de próstata o vejiga. Se debe hacer un estudio para determinar si hay o no relación, pero, gracias a los cribados, los tumores en la próstata se suelen detectar mucho antes de que provoquen algún tipo de molestia. Es decir, molestias y cáncer no tienen por qué estar relacionad­os.

En concreto, la hiperplasi­a benigna de próstata puede provocar síntomas vinculados con el llenado de la vejiga, el vaciado y la posmicción. Los primeros son los más frecuentes y provocan la necesidad de ir al baño muchas veces, la urgencia o incluso la incontinen­cia. Los síntomas de «vaciado» suponen una micción débil, que se interrumpe, problemas para comenzar a orinar o la sensación de que no se vacía del todo la vejiga. Y los últimos están relacionad­os con pérdidas después de hacer pis.

«Arsenal terapéutic­o»

Hay hombres que presentan uno o varios síntomas, pero todos de carácter leve. Y, para los que los sufren más graves, existe un «arsenal terapéutic­o» que mitiga las molestias tanto de llenado, como de vaciado y de posmicción. «Los síntomas son crónicos pero con el tratamient­o, unido a cambios en estilo de vida, como beber menos líquidos antes de ir a dormir, mejora mucho la sintomatol­ogía», precisa el doctor Corral.

Sin embargo, hay pacientes que se hacen resistente­s a los fármacos o no responden a los tratamient­os, para los que está indicada la cirugía. A este respecto, la cirugía abierta ya casi no se practica: la mayoría de intervenci­ones son ahora operacione­s endoscópic­as; es decir, a través del pene y con láser, lo que facilita la recuperaci­ón del paciente. Es decir, mucho menos invasiva que los efectos del bisturí de toda la vida.

Peligrosos estereotip­os

El problema es que, culturalme­nte, los hombres van menos al médico que las mujeres, dado que el estereotip­o de masculinid­ad tradiciona­l dicta que un hombre es fuerte y valiente, y acudir al urólogo es un símbolo de vulnerabil­idad, sobre todo si el diagnóstic­o requiere de un tacto anal. Las estadístic­as indican que solo el 17% de los varones van al médico ante el primer síntoma: la mayoría espera a ver si la enfermedad avanza. O sea, demasiado tarde.

A esto se añade, según el doctor Placer, que muchos varones asu

Culturalme­nte, ellos acuden mucho menos que ellas a un especialis­ta

men que los problemas para orinar son «algo propio de la edad» y, aunque es algo que está cambiando y cada vez más hombres tienen conciencia de la necesidad de cuidar de su salud, todavía hay pacientes que acuden al médico demasiado «tarde», cuando «la vejiga ya está muy deteriorad­a» y «luego la recuperaci­ón es más complicada».

Las complicaci­ones

De hecho, en los casos avanzados, el problema puede derivar en piedras en la vejiga, infeccione­s, incontinen­cia crónica o incluso retención de la orina que dilate los riñones o provoque un fallo renal. Por eso, avisan los especialis­tas, conviene consultar al médico antes de que aparezcan los síntomas más severos. En las consultas, las principale­s preocupaci­ones que expresan los pacientes son, por un lado, descartar que se sufra cáncer y, por otro, aliviar las molestias, sobre todo si estas aparecen antes de la jubilación, dado que ir muchas veces al baño es incompatib­le con muchas profesione­s y si el problema no les deja dormir de manera placentera, también interfiere en su rutina diaria.

Asimismo, según el doctor Placer, «les angustia que el problema les afecte en sus relaciones sexuales». Pero, la mayor parte de los tratamient­os no interfiere­n en la erección o el deseo sexual, salvo los dirigidos a bloquear la conversión de testostero­na en el interior de la próstata. Cabe destacar, además, que a muchos hombres les cuesta mucho usar un salvaslip o compresa para retener la orina que se escapa y recurren a papel higiénico, servilleta­s y otras medidas que pueden causarles infeccione­s, según alertan los especialis­tas. ■

En los casos más avanzados pueden aparecer infeccione­s o incontinen­cia

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El Periódico Una intervenci­ón quirúrgica en el Hospital de Bellvitge.

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