El PSC sale en cabeza mientras se mantiene la pugna ERC-Junts
▶ Illa podría gobernar con la ayuda de Aragonès o JxCat y el independentismo no tendría asegurada la mayoría
La cuenta atrás de 54 días que acaba de empezar con la firma del decreto de convocatoria de las elecciones catalanas del 12 de mayo ya tiene la fotografía de salida. Una instantánea que se parece bastante a la que tomaron las urnas en 2021. El PSC inicia la carrera electoral en cabeza con una ligera ventaja sobre ERC y Junts, que mantienen su particular duelo entre ellos y el pulso por dar caza a los socialistas. Los tres partidos se mueven en una distancia todavía estrecha, cinco puntos, que deja un escenario muy abierto hasta los comicios. Esquerra se perfila de nuevo como fuerza determinante para inclinar la balanza de la gobernabilidad en un Parlament sin mayoría independentista asegurada, con un importante crecimiento del PP y la posible presencia de dos formaciones de extrema derecha: Vox y Aliança Catalana.
En la primera encuesta sobre el 12M del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO, elaborada en los dos días posteriores al anuncio electoral de Pere Aragonès, 14 y 15 de marzo, que coincidió con la aprobación de la ley de amnistía en el Congreso, el PSC de Salvador Illa ganaría las elecciones con el 23,8% de los votos y 35-38 escaños (hoy tiene 33), lo que representaría una leve tendencia al alza (un punto) respecto a los últimos comicios. La disputa por la segunda posición entre ERC y Junts se presume muy enconada, hasta el punto de que estarían empatados a 29-32 diputados. Los posconvergentes, pendientes de la confirmación de que su candidato será Carles Puigdemont, lograrían el 18,5% de los votos y Aragonès se quedaría en el 18%. Respecto a 2021, los republicanos perderían tres puntos y de uno a cuatro escaños (ahora tienen 33), mientras que JxCat retrocedería 1,3 puntos y de cero a tres parlamentarios (hoy tiene 32).
Es decir, si hace tres años Illa ganó por 1,7 puntos a Aragonès y este se impuso por 1,2 puntos a Puigdemont, ahora el candidato del PSC le sacaría 5,3 puntos al expresident y 5,8 puntos al actual jefe del Govern. Con todo, estas diferencias son cortas teniendo en cuenta que la encuesta refleja una alta indecisión (27,7%, muy similar a la de hace tres años) y movilidad en todos los electorados y, en consecuencia, una fidelidad de voto bastante baja, pues solo supera el 60% en el caso de los socialistas (66%). La principal fuga del PSC es hacia ERC (6,2%), lo que significa que Illa apenas acusaría desgaste por la concesión de la ley de amnistía a los independentistas.
La fidelidad de voto a ERC es especialmente baja (43%) porque una cuarta parte de sus votantes cambiarían de papeleta: el 10% elegiría la de Junts y el 7%, la del PSC. Los posconvergentes tampoco fidelizan demasiados apoyos (54%) pero en este caso porque tienen al 30% de sus electores indecisos, quizá a la espera de que se confirme su candidato. Un dato llamativo en el caladero de JxCat es que su principal fuga de voto, aunque escasa (3,5%), es hacia Aliança Catalana, el partido independentista xenófobo de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, que ahora da el salto a las autonómicas.
La misma tesitura de 2021
Con estos resultados, Illa y Aragonès se encontrarían en la misma tesitura de 2021. El primero ganaría las elecciones pero dependería del apoyo al menos del segundo para ser president, y el segundo necesitaría a Junts y a un tercer socio para volver a ser investido. Según cual fuese el reparto de escaños, el partido de Puigdemont también podría hacer president al candidato del PSC, aunque descartó de plano esta opción nada más anunciarse las elecciones.
En Comú Podem y la CUP, que están empatados a 7-9 escaños, podrían apuntalar alguna de estas alianzas. Ambas fuerzas se mantendrían en registros similares a
El PP multiplicaría su representación por 4 y la extrema derecha secesionista podría entrar en el Parlament
El sondeo detecta un 28% de indecisos y una movilización escasa en la mayor parte de electorados
los actuales porque su fidelidad de voto pivota alrededor del 55%, siendo relevante la fuga que se produce de los Comuns a Podem (14%) tras la ruptura de la coalición estatal. Sin embargo, así como el tripartito de izquierdas tendría la mayoría absoluta asegurada en cualquier escenario (71-79 diputados), la suma independentista quedaría en el aire (65-73 escaños). En porcentaje de voto, el secesionismo perdería dos puntos y pasaría del 47,4% al 45,3%, contando con los ultras de Orriols.
Si la igualdad marca la pugna entre los tres primeros partidos, la batalla entre las derechas se adentra en la carrera electoral con un claro favorito. El PP de Alejandro Fernández podría multiplicar por cuatro su representación del Parlament y pasaría de 3 a 12-14 diputados, saltando de la octava a la cuarta posición. Pese a no ser del agrado de Alberto Núñez Feijóo, Fernández se beneficiaría de la desaparición completa de Ciutadans y del desgaste de Vox a nivel nacional, capitalizando además el voto de los catalanes contrarios a la amnistía del ‘procés’. El PP retendría a seis de cada 10 votantes de 2021, cuando obtuvo su peor resultado autonómico, y absorbería a uno de cada cinco electores de Vox y a otros tantos de Cs.
La extrema derecha podría tener dos marcas en el futuro Parlament: Vox con 7-9 escaños (hoy tiene 11) y Aliança Catalana con 0-3 diputados. El partido de Ignacio Garriga, que hace tres años fue la cuarta fuerza política, perdería 1,6 puntos y a casi el 20% de sus votantes, pero resistiría bien el terremoto en la derecha porque atrae al 23% del electorado de Ciutadans, cuyos seis diputados desaparecían de la única Cámara, junto con la del País Vasco, en la que todavía tienen presencia.