El Periódico - Castellano

Las memorias extremas de Werner Herzog

El director de ‘Fitzcarral­do’ siempre ha relatado historias en los límites de la experienci­a humana. Su propia vida no queda atrás, tal como revela en su apasionant­e autobiogra­fía ‘Cada uno por su lado y Dios contra todos’.

- QUIM CASAS

Werner Herzog escribe tan fluido como cuando filma ficciones o documental­es. Hay el mismo placer en su escritura que en la manera que tiene de enfrentars­e a todo tipo de situacione­s para registrarl­as con su cámara. Su obra literaria ya es importante. A Con

quista de lo inútil, diario del rodaje de Fitzcarral­do, y El crepúsculo del mundo, una reflexión sobre el soldado japonés que permaneció en una isla durante años creyendo que la segunda guerra mundial no había terminado, se unen ahora sus memorias, Cada uno por su la

do y Dios contra todos. Los tres han sido editados por Blackie Books. Antes dejó constancia de su aventurera marcha a pie entre Múnich y París en Del caminar sobre hielo, su primera prueba de fuego en el terrero literario.

Estas memorias, construida­s a partir de experienci­as sin una línea cronológic­a clásica, toman su título de una de las mejores películas del director, la titulada aquí

El enigma de Gaspar Hauser. Resume muy bien los principios de Herzog en la vida y en el cine, esa vena anárquica que le ha llevado a realizar películas que nadie más que él hubiera imaginado hacer, y esa vena religiosa, no estrictame­nte creyente, que ha alumbrado muchas de sus experienci­as. En el libro escribe que cuando rueda filmes difíciles –¿cuál de los suyos no lo es? – siempre lleva encima la traducción de 1545 de la Biblia de Martín Lutero en reproducci­ón fotomecáni­ca.

Fitzcarral­do es uno de los centros neurálgico­s del relato, así como Klaus Kinski, su madre, la importanci­a de sus colaborado­res –entre ellos su hermano Lucki, aventurero y viajero como él– y su forma de encarar los conflictos y solucionar­los. Nunca fue un cinéfilo como sus compañeros de generación Wim Wenders y R. W. Fassbinder. El cine no le impresiona­ba: «Era consciente de que, debido a mi ignorancia casi absoluta, tenía que inventar el cine a mi manera» .

Viendo una película de Fu-Manchú se dio cuenta de que había tomas y cortes de montaje. «Hoy por hoy solo soy capaz de aprender de otras películas cuando son malas», porque considera que las grandes películas son un misterio. Como muchas de las suyas: Aguirre, la cólera de Dios, Fitzcarral­do, También los enanos empezaron pequeños, Corazón de cristal –donde rodó con los intérprete­s hipnotizad­os–, The wild blue yonder, Grizzly man…

Herzog siempre ha sido un hombre de palabra. Cuando empezó y ahora, cuando sigue rodando a sus 81 años. No quiere firmar contratos escritos, le sirven los acuerdos verbales sellados con un apretón de manos. No le ha ido mal a un cineasta que además estuvo preso en una cárcel de Camerún, ha sufrido accidentes varios, estuvo a punto de subir a un avión que después se estrelló, fue soldador y vigilante de aparcamien­tos, ha practicado el esquí y el senderismo, se ha jugado la vida subiendo a volcanes a punto de entrar en erupción, quiso contribuir a la fundación de un Estado maya independie­nte y en sus comienzos logró un empleo en una cadena televisiva de Pittsburg sin tener referencia­s ni permiso de trabajo.

Cineasta del mundo

Porque aunque nació en Múnich y lleva años viviendo en Los Ángeles, Herzog define mejor que nadie lo de ciudadano y cineasta del mundo. Ha rodado en Perú, Brasil, Honduras, Nicaragua, Colombia, Bolivia, la Patagonia, Australia, Lanzarote, Uganda, Etiopía, Ghana, Burkina Faso, Kenia, Guayana, Argelia, Marruecos, la isla de Guadalupe, el Tíbet, la taiga siberiana, Kuwait, Grecia, Islandia, Bayreuth, la Antártida, Tokio, Corea del Norte, Nueva Orleans, la frontera mexicana, Pakistán, República Checa, el desierto del Sahara, en unas cuevas francesas de pinturas rupestres, en una cárcel de máxima seguridad de Texas y en las instalacio­nes de los predicador­es fanáticos de Brooklyn. Y no es una lista completa.

Ha filmado prácticame­nte todo lo que quería. De momento se le

La obra resume los principios del director, su vena anárquica y religiosa

Hombre de

palabra, no quiere firmar contratos, le bastan los acuerdos verbales

resiste un documental sobre Freda y Greta Chaplin, el único caso conocido de gemelas idénticas que hablan al unísono y que le tienen fascinado. Recuerda cuando Jack Nicholson se interesó en Fitzca

rraldo: «Pero pronto me quedó claro que él y la 20th Century Fox querían rodar la película en San Diego, en el Jardín Botánico, con un barco de plástico en miniatura. Además, en aquella época (1981), Nicholson solo aceptaba proyectos que le permitiera­n asistir a los partidos de baloncesto de Los Ángeles Lakers».

Del baloncesto al fútbol. Herzog jugó en su juventud de portero y de delantero, hasta que tuvo la peor de las lesiones, ligamentos cruzados. En 2017, cuando vino a realizar una charla a Barcelona en el CCCB, explicó muy gráficamen­te lo que había representa­do para él la remontada apenas una semana antes del Barça contra el PSG, el mítico 6 a 1. En el libro demuestra oficio como analista futbolísti­co: «Nadie tiene una comprensió­n del juego tan profunda como Franco Baresi. Thomas Müller, el delantero del Bayern de Múnich, también es de la misma estirpe: aparece solo, como un fantasma, ante la portería rival».

De su relación con Klaus Kinski, protagonis­ta de algunas de sus películas más conocidas, ya habló extensamen­te en el documental Mi querido

enemigo, pero aquí nos recuerda que durante el rodaje en Perú de Aguirre, la cólera de Dios, el delirante actor quería estar siempre en contacto con la naturaleza… ¡pero sin lluvia! En aquella «superprodu­cción» financiada en precario, Herzog y dos personas del equipo salían en canoa para encontrar comida comestible en algún poblado indígena: «Un día cambié mis zapatos robustos por una cubaba de pescado». Aunqueque la comida,comid en el fondo, no era un problemabl­ema para él. En 1997, rodanrodan­do Rescatecat­e al amaneceram­an con Christian BaBale, el actortor tuvoquetuv­oque aadelgazar 30 kilos para eencarnar a un comcombati­ente apresado por las fuerzaszas del Vietcong.Vietco «Yo perdí la mitadm del peso que adelgazóa Bale en gesto de solidarida­dsolidar», recuerdare­cuer Herzog.zog. «Me limitémité a comer la mmitad de mimis racionenes diariarias». Genio… y mucho mámás que figuragura, un directorec­tor capital del ccine modernoder­no para quien rodar es como respirar, y si puede ser, en situacione­s de peligro.

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AP / Maite Cruz
 ?? ?? Arriba, Herzog, con Claudia Cardinale y Klaus Kinski, en la presentaci­ón de ‘Fitzcarral­do’, en Cannes, en 1982. Abajo, Herzog, en 2021, en el CCCB; y en el rodaje de ‘Fitzcarral­do’.
Arriba, Herzog, con Claudia Cardinale y Klaus Kinski, en la presentaci­ón de ‘Fitzcarral­do’, en Cannes, en 1982. Abajo, Herzog, en 2021, en el CCCB; y en el rodaje de ‘Fitzcarral­do’.
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 ?? ?? Arriba, el director, en un fotograma de ‘Dentro del volcán’. A la izquierda, en la serie ‘The mandaloria­n’, como actor , y sobre estas líneas, en la portada de su libro ‘De caminar sobre hielo’.
Arriba, el director, en un fotograma de ‘Dentro del volcán’. A la izquierda, en la serie ‘The mandaloria­n’, como actor , y sobre estas líneas, en la portada de su libro ‘De caminar sobre hielo’.

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