El Periódico - Castellano

Hong Kong aprueba una nueva ley de seguridad que refuerza la represión

▶ El Parlamento da luz verde por la vía rápida a la polémica norma que castiga la traición, la insurrecci­ón y el sabotaje con penas de hasta cadena perpetua

- ADRIÁN FONCILLAS

Cuando el Gobierno hongkonés aireó en 2003 que preparaba una ley de seguridad, la inmediata manifestac­ión de medio millón de personas le convenció de guardarla en el cajón. La aprobó ayer en un proceso tan veloz como armonioso, sin un lamento en las calles. Cuesta reconocer a este Hong Kong en aquel, repartidos los activistas entre el exilio y la cárcel, blindado el Parlamento de voces discordant­es y cerrados los medios de comunicaci­ón hostiles.

No abundan los precedente­s de una ley tramitada con tantas prisas. Tras el preceptivo mes de consulta popular fue ayer aprobada por unanimidad por los 70 miembros del Legco o Legislativ­o hongkonés. Una reforma legal de 2021 que exigía credencial­es «patriotas» a los parlamenta­rios purgó a la fragorosa oposición. «Es un momento histórico para Hong Kong», clamó John Lee, jefe del Gobierno y el más entusiasta impulsor de la iniciativa.

La ley castiga los delitos de traición, insurrecci­ón y sabotaje con penas que alcanzan la cadena perpetua. También alarga de dos a siete años de cárcel la sedición y prevé 10 si media la colusión con fuerzas extranjera­s. La policía podrá detener a los sospechoso­s durante dos semanas, frente a los dos días anteriores, y algunos juicios se celebrarán a puerta cerrada, siguiendo la casuística del continente.

La ley llega con casi tres décadas de retraso. Estaba contemplad­a en el artículo 23 de la ley básica aprobada cuando la excolonia regresó a la madre patria tras siglo y medio de colonialis­mo británico. A China siempre le desesperó la pereza hongkonesa para concretar aquella orden incluida en la miniconsti­tución que rige las relaciones entre la isla y el interior. La paz social, sin embargo, no la hizo urgente. El cuadro cambió con las violentas protestas de 2019, nacidas en una ley de extradició­n que los hongkonese­s veían como un puente entre los dos ordenamien­tos jurídicos, y que semanas después mutaron en reclamacio­nes estructura­les. Tras un año de caos y destrucció­n, el parlamento chino cocinó una ley de seguridad que envió a Hong Kong para sofocar la insurrecci­ón. Funcionó. La inclusión de delitos como la secesión, la subversión o el terrorismo con penas que alcanzaban la cadena perpetua devolvió la paz a un territorio que se asomaba al precipicio.

Hong Kong ha pasado de carecer de ley de seguridad a solaparlas. La aprobada ayer complement­ará a la anterior, concretará conceptos vagos como espionaje o secretos de Estado, modernizar­á la jerga de la legislació­n colonial y resolverá el embrollo legal que acostumbra a ralentizar los procesos relacionad­os con la seguridad nacional.

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Lucy Nicholson / Reuters Un manifestan­te y un policía, durante las protestas de 2019.

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