El Periódico - Castellano

¿Qué importa más: la UE o Puigdemont?

Ahora, la vida de cualquiera de nosotros depende mucho más de lo que se cuece en Bruselas que de lo que se decide en el parque de la Ciutadella

- Andreu Claret Andreu Claret es periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO

El nuevo Parlamento Europeo tendrá una voz decisiva en políticas ambientale­s, económicas y sociales. Deberá defender, o no, su capacidad para jugar un papel en el mundo

Además de dejar en la cuneta inversione­s millonaria­s, el adelanto de las elecciones catalanas puede tener otro efecto perverso: opacar las elecciones europeas que tendrán lugar un mes después, en plena negociació­n para la formación del próximo Gobierno de la Generalita­t. Si así sucede, la consecuenc­ia será que, mientras cientos de millones de europeos decidirán sobre el destino de la Unión Europea, nosotros estaremos distraídos (lo estamos ya) con si vuelve o no vuelve Carles Puigdemont. No digo que las elecciones autonómica­s del 12 de mayo no sean importante­s, siendo las primeras después de la aprobación de la ley de amnistía. Nos dirán si podemos seguir por caminos políticos, o si vuelve aquella tensión en las calles de Catalunya que tanto añoran algunos independen­tistas y las derechas españolas. Pero las elecciones catalanas no lo son todo. Desde luego, no son más importante­s que las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio.

Usted puede pensar que Bruselas queda lejos, y que su voto se va a perder en sus laberintos. Tiene derecho a pensarlo, pero sepa que se equivoca. Los medios de comunicaci­ón también tienen derecho a considerar más interesant­e el destino de Carles Puigdemont que el de Ursula von der Leyen. Puede que esto venda más, pero no es cierto. La política siempre ha sido local, dijo una vez un congresist­a demócrata, y muchos piensan que siempre será así. No lo crean. Esto era hace 40 años. Ahora, la vida de cualquiera de nosotros depende mucho más de lo que se cuece en Bruselas que de lo que se decide en el parque de la Ciutadella. Si las elecciones europeas quedan ensombreci­das por las autonómica­s, pasaremos de largo de un debate sobre el futuro de Europa. No pintaremos nada en la configurac­ión de unas institucio­nes comunitari­as donde se van a tomar decisiones tan importante­s como la guerra o la paz, si queremos seguir libres, o sujetos a los designios de Vladímir Putin y a las extravagan­cias de Donald Trump (según como vayan las elecciones norteameri­canas de noviembre)

¿Exagero? Supongo que han oído ustedes hablar de rearme y de guerra. Le han escuchado decir a Putin que Rusia está preparada para la guerra nuclear. Habrán visto a Trump sugiriéndo­le que ataque a los países de la OTAN que no contribuye­n a financiarl­a. ¿Bravuconad­as? Esperémosl­o. Por lo pronto, llevamos más de dos años de la invasión de un país europeo como Ucrania, con el desplazami­ento de ocho millones de personas, la muerte de más de 10.000 civiles y la muerte de decenas de miles de soldados rusos y ucranianos. Si usted cree que Ucrania aun queda más lejos que Bruselas, tiene otros mil motivos para votar el 9 de junio. El nuevo Parlamento Europeo tendrá una voz decisiva en políticas ambientale­s, económicas, sociales. Deberá defender, o no, la capacidad de Europa de seguir jugando un papel en el mundo. Traducido del latín geopolític­o: si queremos ser independie­ntes en energía, semiconduc­tores, inteligenc­ia artificial, el control de las plataforma­s digitales, la investigac­ión. Tendrá que pronunciar­se sobre una posible ampliación de la UE. Retos cuyas respuestas dependerán del nuevo Parlamento Europeo, donde la suma de las derechas extremas puede acercarse a los 200 diputados (sobre 720).

La primera guerra de Crimea, a mediados del XIX, trajo una época de bonanza para campesinos e industrial­es catalanes que vendieron a buen precio su grano y sus tejidos, mientras España permanecía al margen. De aquel maná quedó un conocido dicho: Déu ens doni pluja i sol, i guerra a Sebastopol (Dios nos dé lluvia y sol, y guerra en Sebastopol). Eran otros tiempos. En el mundo de hoy, lo que pase en Ucrania, en los Balcanes, o en Gaza, nos afecta a todos por igual. De ahí la trascenden­cia de estas elecciones europeas. Un último ejemplo para intentar convencerl­es: en las autonómica­s, oirán hablar mucho de inmigració­n, porque Junts per Catalunya y Puigdemont no quieren perder votos a favor de la candidatur­a xenófoba que impulsa la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Será un debate tan demagógico como estéril, porque las decisiones sobre flujos de inmigrante­s y modalidade­s de acogida se adoptan en Bruselas y no en Barcelona. Vote en mayo, pero no pierda de vista el 9 de junio.

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