Secreta y diabólica manía
Hay pocas sociedades como la literaria a la hora de crear expectativas, construir mitos o elaborar tótems que se van extendiendo de generación en generación. Más allá de las novedades literarias del momento, existen fantasmas que deambulan, año tras año, por el escenario de la literatura catalana. Cuando dejan de ser espíritus que vagan y se convierten en realidades tangibles, entonces, el estallido de euforia de la comunidad es ensordecedor. O eso me parece, aunque deberemos reconocer que el alcance del griterío es reducido. Concentrado en los acólitos, sí, pero al mismo tiempo con una ola expansiva que se hace presente no solo en los ambientes connaisseurs, sino en toda la cultura y, de rebote, en una forma de entender el país.
Hablo, por ejemplo, de unas conferencias dictadas por Gabriel Ferrater, que habían corrido por las facultades de filología mecanografiadas y que se acabaron publicando como Dios manda. O en el estudio profundo de Josep Carner que escribió el poeta y que recientemente ha visto la luz en Papers sobre literatura. O hablo, ya que citamos a Carner, de la edición completa, detallada, filológicamente impecable, necesaria, que el profesor Jaume Coll lleva años ultimando y de la que, por ahora, solo hemos podido leer un volumen.
Otro diamante que sabíamos que existía, pero que todavía permanecía en el fondo del yacimiento, sin pulir, es la biografía de Josep Pla que Xavier Pla, profesor de la Universitat de Girona (y sin parentesco con el escritor) estaba fabricando desde hace al menos doce años. De hecho, más: ¡pongamos una treintena!, porque Xavier Pla leyó su tesis Josep Pla. Ficció autobiogràfica i veritat literària en 1996. Aquel trabajo inicial, y los que vinieron después, como los estudios sobre el Quadern gris, son los cimientos de la novedad literaria más estallante de este año. Al menos. Un cor furtiu, ese diamante que, ahora sí, ya está en las joyerías/librerías tiene 1.536 páginas y es el intento, exitoso, de desenmascarar a Pla, es decir, de enseñar todas las máscaras que utilizó en su fijación por «esta secreta y diabólica manía de escribir, a la que lo sacrifico todo, a la que probablemente sacrificaré todo en la vida». Los que lo han leído entero (y no es una empresa fácil: implica rigor y dedicación intelectual), dicen que creeremos que se trata de una novela, porque es el friso de un siglo a través del cual deambula, conspira, pasea, observa y escribe Josep Pla. Aquella tesis inicial estaba dedicada al profesor Modest Prats. Justamente él, rememoraba así una conversación histórica entre Pla y Joan Coromines, el día que el filólogo eminente había ido a entregar a Pla el primer volumen de su diccionario. «Señor Pla», dijo Coromines, «sois el maestro de la literatura catalana, catedrático y símbolo de catalanidad, y yo quisiera que esto se dijera ahora con aquellas letras que no se borran». Y Pla contestó: «No digáis cosas así. Sabéis que la literatura tiene altibajos, va y viene». Xavier Pla ha indagado en esta vie ondoyante y ha construido un monumento.
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‘Un cor furtiu’, ese diamante que, ahora sí, ya está en las joyerías/librerías tiene 1.536 páginas y es el intento, exitoso, de desenmascarar al escritor