El Periódico - Castellano

Pogacar se exhibe en la Volta ante un bravísimo Landa

El astro esloveno atacó a 6,5 kilómetros de la cima de Vallter 2000 y batió el récord de ascensión a 22 por hora. El alavés llegó por detrás en una gran actuación.

- SERGI LÓPEZ-EGEA

Tiembla de frío Tadej Pogacar en la cima de Vallter 2000 para demostrar que, aunque no lo parezca, también es humano. Mikel Landa hasta parece más extraterre­stre que el monstruo de Eslovenia; asciende en manga corta y sin guantes, que la lluvia no va con él. Que la gente se lo crea: llueve en Catalunya, como lo hizo cuando la Vuelta visitó Barcelona. Que hagan carreras ciclistas todos los días e igual los corredores acaban con esta persistent­e e injusta sequía.

En Camprodon, a las puertas del inicio de la señora subida de la segunda etapa de la Volta, caen bolas de granizo que parece que quieran destrozar el chasis del coche. No está el día para ir en bici. Los cicloturis­tas buscan desesperad­amente un techo al que arrimarse. Y en el pelotón todos van calculando en qué kilómetro atacará Pogacar, el que se ha fugado al inicio, cerquita de Mataró, donde empezó todo, para «divertirse un rato» y el que se vuelve a quedar solito delante cuando desciende hacia Sant Joan de les Abadesses, a 38 kilómetros de la meta.

Todos saben que Pogacar atacará, incluso Landa que rejuvenece de azul como líder en la Volta del Soudal del ausente Remco Evenepoel. «Ya me ves, vestido otra vez de azul», repite cuando se le saluda, cuando recuerda su viejo paso por un Movistar que nunca debió dejarlo escapar. Sabe que es el jefe en Catalunya como lo será en agosto en una Vuelta donde quiere brillar, aunque sabe también que en el Tour deberá ponerse el mono de trabajo, siempre al servicio de Evenepoel.

Pogacar ataca a 6,5 kilómetros de la cima para batir con media hora justa el récord de ascensión a Vallter 2000, a 22 kilómetros por hora; increíble. Ataca y gana. ¿Es que alguien tenía dudas? Ataca y se pone líder. ¿Alguien lo iba a cuestionar? Gana con 1.23 minutos de diferencia sobre Landa, que asciende también feliz, con un desarrollo propio de otros tiempos, sin que el ruso Aleksandr Vlasov, que corre sin patria por las carreteras, pueda darle un solo relevo para pelear por la segunda plaza.

Hoy, Port Ainé

«Salimos con tiempo de verano, luego llegó la lluvia y puso unas condicione­s difíciles para hacer la subida final muy dura», dice Pogacar en la meta, cubierto de pies a cabeza, cansado, porque se cansa, pero sabedor que ya ha empezado a ganar la Volta y que hoy vuelve a ser el gran favorito para triunfar en la cumbre de Port Ainé.

Y es que si ha venido a Catalunya no ha sido para mojarse en vano sino para seguir demostrand­o que nadie puede batirlo salvo que Jonas Vingegaard haya comprado una entrada para participar en una carrera con él. Lleva cuatro días de competició­n y ha logrado ya dos victorias (Strade Bianche y Vallter

2000), un segundo puesto (el lunes en Sant Feliu de Guíxols) y una tercera plaza en la Milán-San Remo. Suma y sigue.

En el ascenso a Vallter los aficionado­s se encierran en sus coches para protegerse del frío y el agua, aunque deben bajar las ventanilla­s para que el vaho no les deje sin visión. No les importa mojarse cuando ven pasar a Pogacar y tampoco gritar cuando aparece Landa. «¡Vamos Mikel!». Y él se anima, se pone en pie, ve que faltan dos kilómetros para acabar y ataca. Es el viejo Landa, el rey del landismo, el amo de la religión que lo santifica como ciclista y el que entra segundo por detrás de Pogacar, lo que vendría a decir que casi es una victoria.

Si Pogacar es el presumible vencedor de la Volta el domingo a no ser que se le caiga el cielo sobre la cabeza –al menos ya superó la prueba de la deseada lluvia–, Landa es el que resurge, el que hace esbozar una sonrisa, el que ha dicho que está de regreso y el que demuestra cuando pedalea y cuando se baja de la bici que vuelve a ser un chaval feliz con un dorsal en la espalda.

 ?? Quique García / Efe ?? Pogacar celebra su victoria, ayer en la cumbre de Vallter 2000.
Quique García / Efe Pogacar celebra su victoria, ayer en la cumbre de Vallter 2000.

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