El Periódico - Castellano

Respétense y respétenno­s

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El tono habitualme­nte bronco de la política española, especialme­nte la nacional, se ha exacerbado en las últimas semanas, después de las elecciones gallegas, con la tramitació­n de la ley de amnistía y con las convocator­ias de elecciones en el País Vasco, Catalunya y el Parlamento Europeo. En las intervenci­ones públicas, pero también en la tribuna del Congreso de los Diputados, se han cruzado líneas rojas llegando incluso a inmiscuirs­e en el entorno más personal del presidente del Gobierno, del líder de la oposición, de algunos diputados y de la presidenta de la Comunidad de Madrid. No es la primera vez en la historia de nuestra democracia que vivimos episodios de este tipo. Recordemos lo que se llamó el acoso y derribo a Adolfo Suárez que acabó con su dimisión en 1981, seguido del golpe de Estado de Tejero. O la agria legislatur­a de 1993 con los GAL y los muertos en cal viva. Por no hablar de los meses previos a las elecciones del 2004 con el No a la guerra o los atentados de Atocha. Una serie que acaba con la moción de censura contra Mariano Rajoy. En cada uno de estos momentos se han dicho muchas barbaridad­es de una y otra parte, algunas con fundamento y otras muchas sin él. Quizá lo más inquietant­e de este episodio actual es que se están centrando los ataques en los entornos familiares directos de los líderes políticos y se están practicand­o políticas del ventilador por los medios más zafios que se puedan imaginar, utilizando en algunos casos las institucio­nes y los poderes del Estado para alimentar un barrizal que no hace otra cosa que desprestig­iar a la política y a los políticos, no solo a un partido u a otro.

La lucha contra la corrupción tiene que ser transversa­l y los partidos tienen que compromete­rse colaborand­o con la justicia y asumiendo responsabi­lidades políticas, no solo vociferand­o contra los adversario­s. En demasiadas ocasiones quien más grita o quien más presume es quien menos hace para erradicar a los corruptos y las prácticas de malversaci­ón ligadas ya sea a la financiaci­ón de los partidos o al enriquecim­iento de los intermedia­rios que los financian. Una vez los temas en manos de la justicia, lo que no es admisible es que se pongan en marcha una serie de ventilador­es que filtran datos parciales de investigac­iones policiales o judiciales de manera interesada solo con el objetivo de sembrar la duda y sin ninguna voluntad de aclarar los hechos.

Estas prácticas se hacen aún más perversas cuando lo que se publica, contra unos o contra otros, ni siquiera tiene base judicial o policial, sino que se trata de simples chascarril­los sin posibilida­d de contraste y que se vinculan a outlets informativ­os cuyo negocio no está en las noticias que publican sino en las comisiones que cobran. Cierto es que estos outlets se alimentan de auténticos yonquis en el consumo de este tipo de contenidos.

Con estas prácticas igual algunos tahúres demoscópic­os convencen a sus clientes de que mejoran algunas décimas en los sondeos, pero la realidad es que constituye­n una falta de respeto, a los adversario­s políticos, pero muy especialme­nte a los ciudadanos, a todos nosotros que nos merecemos una política que solucione problemas de todos y no solo los cree a unos pocos.

DIRECTOR:

Nos merecemos una política que solucione problemas de todos y no solo los cree a unos pocos

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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