El Malecón
Al futbolista estelar le puede el otro, el que le enfanga con una impertinencia tras otra. A veces los rivales le arrestan de mala manera, pero nada que ver con el calvario que sufrieron genios precedentes.
Con ese jugadorazo que es Vinicius se dan circunstancias antagónicas: de lo mejor y de lo peor del fútbol patrio. Junto a Bellingham, nadie florece más que el brasileño, que ya no solo deleita con esas moñas burlonas que anudan las piernas rivales. Queda lejos aquel jovenzuelo que parecía más bonito que bueno y no cuajaba del todo en la hinchada. Un regateador algo anárquico que se enchironaba solo y sin flechazos con el gol. Hoy, Vinicius tiene otra perspectiva. Sigue como abanderado del regate, pero sabe peritar mejor el juego. En qué momento conviene abrir gas, frenar, asociarse… Además, se ha convertido en un chacal de primera.
Pese a perderse 11 partidos por lesión ya suma 18 goles, cuatro menos que en todo el curso 20212022 y cinco menos que la pasada temporada. Goles de variado repertorio. Con aires de Romário, como ante Osasuna con un toque de billar versallesco. A veces, abruma con el vértigo de Ronaldo Nazario o remite a la chistera de dos para no caer en desventaja numérica. Consta que Ancelotti y algunos pretorianos se esmeran en corregirle, pero ese inopinado victimismo arbitral que destila a chorros el club no le beneficia. Una corriente que a Vinicius le hace sentirse un mártir y, al tiempo, cargar con mayor inquina de los contrarios.
Por supuesto, donde Vinicius no tendría que aflojar un milímetro es ante esos repugnantes xenófobos que por desgracia aún abundan y se refugian en el fútbol para vomitar su asquerosa bilis. La Liga y todos y cada uno de los clubs deberían acentuar la tolerancia cero, con llamamientos constantes en favor de Vinicius (y otras víctimas) y perseguir hasta el último rincón al imbécil de turno.
Que Vinicius no juegue contra Vinicius y siga dando motivos para el gozo de los futboleros, que contenga mejor su innecesaria insolencia y que las autoridades multipliquen el celo ante los indeseables.
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