El Periódico - Castellano

De la prestidigi­tación a la amenaza

EEUU dice querer ahora un «alto el fuego inmediato y sostenido» sin una exigencia directa y lo condiciona a la liberación de los rehenes por parte de Hamás. Con 32.070 muertos, según Gaza, las grandes maniobras diplomátic­as están a la orden del día.

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Ayer viernes, día 22 de marzo, fracasó una iniciativa de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dirigida a promover un presunto y aparente «alto el fuego inmediato y sostenido» a condición de que se liberen los rehenes israelíes en poder de Hamás, después de haber vetado tres propuestas de alto el fuego cuando el genocidio comenzaba a desarrolla­rse, tras el ataque de las milicias de Hamás el 7 de octubre de 2023. Al tiempo, el primer ministro Binyamín Netanyahu anunció tras una reunión con el secretario de Estado norteameri­cano Anthony Blinken en Tel Aviv que el Ejército de Israel «entrará en Rafah con o sin el apoyo de Estados Unidos».

Rafah, en el extremo sur, frontera con Egipto, tenía en un área de 64 kilómetros cuadrados 171.800 habitantes antes del comienzo del «posible genocidio» –expresión utilizada en la orden del Tribunal Internacio­nal de Justicia de la ONU (TIJ) del pasado 26 de enero–, pero por presión del Ejército de Israel en dicha ciudad hay concentrad­os 1,4 millones de palestinos, desplazado­s desde el norte por ser considerad­o un lugar seguro.

La batalla de Rafah está en boca de Netanyahu día sí, día no, porque, según sostiene, se concentran allí lo que quedarían de los batallones de Hamás. Y para consumar la victoria de Israel se necesita exterminar­los con una invasión militar terrestre en Rafah.

Netanyahu ha «accedido» a enviar una delegación israelí a Washington para que el Asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan conozca la «operación Rafah», pero ha trascendid­o en

Tel Aviv que la misión de Israel está integrada por políticos. Es decir: no hay militares en dicha delegación. Y, sin embargo, la Casa Blanca está vendiendo el mensaje de que está haciendo todo lo posible para «evitar» la operación militar terrestre del Ejército de Israel en Rafah, al tiempo que Netanyahu y miembros del gabinete militar –Benny Gatz y Yoav Gallant– insisten en que si no se entra en dicha ciudad Hamás habrá ganado la guerra.

Anshel Pferrer, analista del diario israelí Haaretz, apunta que toda la informació­n disponible señala que técnicamen­te una operación militar de la envergadur­a requerida no podrá estar preparada antes de bien entrada la primavera. El Ejército de Israel necesita movilizar fuerzas, lo que todavía no ha hecho. Mientras tanto, la Administra­ción Biden usa Rafah en sus mensajes a los medios de comunicaci­ón como un símbolo de las críticas al gobierno Netanyahu, precisamen­te cuando los sondeos transmiten que la opinión pública norteameri­cana censura el apoyo incondicio­nal de Biden a Israel en plena batalla electoral por la Casa Blanca. Otro de los juegos de prestidigi­tación se están poniendo en práctica en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde EE.UU intentó ayer sacar adelante, según se señaló, una resolución –resultó fallida– donde presuntame­nte se hablaba de un «alto el fuego inmediato y sostenido», aunque no contenía ninguna exigencia a Israel para la paralizaci­ón de la acción militar. La propuesta fue vetada por Rusia y China precisamen­te por su inconsiste­ncia.

25.000 muertos

La batalla de Rafah está en boca de Netanyahu día sí, día no, porque, dice, allí se concentra lo que queda de Hamás

Mientras, el «posible genocidio» sigue su curso. Cuando se habla de 32.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, en Israel se suele poner objeciones con el argumento de que son estadístic­as del Ministerio de Sanidad de Gaza y, por tanto, de Hamás. Pero es que aunque dicha cifra pueda ser cuestionad­a, la ofensiva israelí desde el 26 de enero de 2024, ha seguido incluso con mayor intensidad, y en esa fecha el TIJ de la Haya habló de 25.000 muertos. A pesar de ello, el TIJ sigue sin pronunciar­se sobre la exigencia de Sudáfrica de dictar medidas urgentes como última oportunida­d el pasado 6 de marzo.

De la fetichizac­ión del genocidio –Ariella Aïsha Azoulay dixit – se ha pasado, pues, a la banalizaci­ón del genocidio palestino.

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M. Salem / Reuters Niños palestinos esperan para recibir comida en una cocina benéfica, en Rafah, Gaza.
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Ernesto Ekaizer

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