El Periódico - Castellano

El hámster sigue rodando en su jaula

- Martí Saballs Pons es director de informació­n económica de Prensa Ibérica Martí Saballs Pons

Hay estados que tienen sistemas de financiaci­ón totalmente centraliza­dos, caso ejemplar de Francia, y otros perfecta y ordenadame­nte descentral­izados, casos de Suiza y de Alemania. En medio, un conjunto diverso de cócteles. No hay un modelo ideal. Depende de la singularid­ad y la historia de cada nación. Pueden funcionar bien, regular o mal unos y otros. Importa la claridad, transparen­cia y buena gestión de los gastos y de los ingresos.

Deben quedar claras cuáles son las competenci­as de gasto y cómo se distribuye­n . Cuáles son los gastos atribuible­s a cada territorio y cuáles son transversa­les. No es lo mismo construir una carretera local que una autopista o una línea de alta velocidad. Tampoco tiene nada que ver invertir en una comisaría local que empezar a gastar, como ocurrirá de nuevo, cantidades elevadas en armamento.

Con las vías de ingresos pasa otro tanto. Hay que identifica­r las reglas y políticas fiscales. Qué impuestos, si los hubieren, deben ser competenci­a de los gobiernos centrales y cuáles son susceptibl­es de serlo por parte de las administra­ciones locales. Este sistema debe fijar las reglas o límites para poder desarrolla­r cierta competenci­a fiscal e incentivos entre territorio­s. Es el medio necesario para poder atraer inversione­s y progresar. La competenci­a obliga a espabilars­e y a no dormirse en los laureles.

Tras estas cuatro reglas básicas deben desarrolla­rse buenas políticas de equilibrio entre gastos e ingresos. Fácil no es. Y por esta razón en España llevamos cincuenta años dirimiendo sobre el sistema de financiaci­ón más adecuado y elaborando balanzas fiscales de todos los colores. Cuando, además, el debate está contaminad­o de reivindica­ciones históricas, privilegio­s forales y apelacione­s a la solidarida­d, el debate acaba por contaminar­se. El último sistema de financiaci­ón autonómico procede del Gobierno Zapatero y fue inspirado por el exconselle­r de Economía de la Generalita­t, el miembro del PSC Antoni Castells, cuyo equipo de economista­s desde la Universita­t de Barcelona llevaba años estudiando todos los registros del tema. De eso pasamos al nuevo Estatut, al envite de Artur Mas por lograr un pacto fiscal con el Estado en 2012, el ‘procés’ y hasta hoy, donde regresamos al punto de partida. El hámster vuelve a marearse.

Si Catalunya acabara teniendo el 100% de la gestión y recaudació­n de sus impuestos o fuera un estado independie­nte, ¿cómo arreglaría el sistema de financiaci­ón interno? ¿Cómo abordaría ser uno de los territorio­s demográfic­a y económicam­ente más centralist­as de Europa, donde el 75% de la población y la riqueza se aglutina a 50 km. de la plaza de Catalunya de Barcelona? ¿Qué ocurriría con la discutida y discutible política de solidarida­d? ¿Alguien se imagina a las comarcas

No importa el modelo de financiaci­ón que adopte un país con sus regiones. Importa la claridad, transparen­cia y buena gestión de ingresos y gastos

pirenaicas pedir un sistema propio y singular de financiaci­ón apelando a agravios de inversión?

Vuelve el hámster a rodar. Vuelve Carles Puigdemont. Vuelve el pasado a nuestros tiempos. Mérito de Pedro Sánchez.

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