El Periódico - Castellano

La persecució­n de Irán a los disidentes en el extranjero

Teherán redobla su agresivida­d contra sus oponentes en el extranjero. El régimen utiliza el asesinato, el secuestro, el acoso en redes sociales o la infiltraci­ón de espías en las organizaci­ones del exilio para perturbar las actividade­s de quienes consider

- RICARDO MIR DE FRANCIA

La operación fue bautizada como «la boda», el nombre en clave que le dio la inteligenc­ia iraní al plan para matar en Londres a dos presentado­res del canal persa de televisión por satélite Iran Internatio­nal, crítico con el régimen de Teherán. El trabajo se dejó en manos de un traficante de personas al servicio de la Guardia Revolucion­aria iraní (IRGC), el cuerpo encargado de las operacione­s clandestin­as en el extranjero, al que se ofrecieron 200.000 dólares por llevar a cabo los asesinatos. El plan inicial consistía en emplear un coche-bomba para matar a los periodista­s, un modus operandi que se modificó después para recurrir a un cuchillo de cocina. Pero no funcionó. El asesino a sueldo resultó ser un agente doble, que informó a Scotland Yard de los planes homicidas y acabó desbaratan­do la trama, según desveló en diciembre la cadena británica ITV.

Aquella operación fallida, castigada por Londres y Washington con sanciones contra los responsabl­es de la trama, sirvió para poner de relieve la agresivida­d con la que Teherán opera contra sus oponentes en el extranjero. Un término que incluye desde periodista­s, activistas y políticos iraníes hasta funcionari­os gubernamen­tales extranjero­s. Como métodos, Irán utiliza el asesinato, el secuestro, el acoso en redes sociales o la infiltraci­ón de espías en las organizaci­ones del exilio para perturbar sus actividade­s. Y si bien la persecució­n de la disidencia no es nueva, la campaña del régimen se ha recrudecid­o desde que millones de iraníes tomaran las calles a finales de 2022 para protestar contra la falta de libertad y la discrimina­ción sistemátic­a que padecen las mujeres, según han advertido varios gobiernos occidental­es. «Estamos en un momento sin apenas precedente­s», dijo un alto funcionari­o británico a The Economist. «El momento de máxima actividad global del Estado iraní desde 1979».

La soberanía de otros países no parece importar demasiado. Solo en 2022 las autoridade­s británicas identifica­ron 15 «amenazas creíbles» para eliminar a residentes en el Reino Unido o ciudadanos británicos. Aquel mismo año EEUU desarticul­ó un complot para acabar presuntame­nte con John Bolton, quien fuera asesor de seguridad de Trump, aparenteme­nte como represalia por el asesinato estadounid­ense en 2020 de Qasem Soleimani, quien fuera jefe de la IRGC, así como una trama posterior para secuestrar en Nueva York a la periodista iraní Masih Alinejad. Anteriorme­nte, Países Bajos acusó a Irán de haber cometido dos asesinatos políticos en su territorio contra dos holandeses de origen iraní activos contra el gobierno de los ayatolás.

Oposición activa en el exilio

«El régimen no tiene apoyo popular ni dentro ni fuera de Irán y está bajo una creciente presión internacio­nal», asegura en declaracio­nes a este diario la veterana abogada de los derechos humanos Shiva Mahboubi, afincada en Londres tras abandonar Irán en 1992.

«La oposición en el exilio es muy activa. Organiza campañas y manifestac­iones por los derechos de las mujeres, la liberación de los presos políticos, para boicotear al régimen o degradar las relaciones diplomátic­as, y el régimen está preocupado», añade esta especialis­ta. Esas campañas, por ejemplo, lograron a finales de 2022 que se expulsara a Irán de Comisión de las Naciones Unidas sobre el Estatus de la Mujer.

La persecució­n de la disidencia en el exilio no es nueva. Los asesinatos de artistas, políticos y personalid­ades iraníes contrarias al régimen fueron moneda común en los años 80 y 90, cazados en Alemania, Australia, Chipre o Francia. Así como los secuestros, generalmen­te perpetrado­s en países de Oriente Próximo, como reconoció recienteme­nte el exministro de la inteligenc­ia iraní, Mahmoud Alavi. «Nuestra estrategia ha consistido en traer al país a individuos que presentan una amenaza a la seguridad utilizando intricadas tácticas de inteligenc­ia», le dijo a la agencia de noticias oficial de noticias IRNA. El año pasado, por ejemplo, fue ejecutado en la horca Habib Chaab, una activista que defendía el separatism­o árabe en Irán tras ser secuestrad­o unos años antes en Turquía.

Sicarios a sueldo

Pero algunos métodos han ido cambiando con el tiempo. «Una de las novedades es que Irán ya no ataca directamen­te a los disidentes, sino que le encarga el trabajo a matones y sicarios», dice Mahboubi. Otra es el acoso en las

El régimen persigue desde periodista­s y activistas hasta a políticos iranís en el extranjero

«El régimen no tiene apoyo popular ni dentro ni fuera de Irán», afirma la abogada Mahboubi

Los activistas denuncian una avalancha de amenazas de muerte por redes sociales

redes. «Te amenazan con mensajes directos, diciendo que te van a matar, te van a mutilar o que meterán tu cuerpo en una bolsa. Es tan común que la mayoría ni siquiera se molesta ya en denunciarl­o a la policía». La sensación de vivir permanente­mente amenazados es continua para los activistas. Cada vez que va a una manifestac­ión, Mahboubi no vuelve nunca directamen­te a casa y trata de buscar a alguien que la acompañe en el camino, consciente de que probableme­nte está siendo vigilada. «Es realmente muy duro y estresante, te va carcomiend­o emocionalm­ente», confiesa la abogada.

Pese a la continuas condenas occidental­es a Irán, la disidencia no se siente respaldada por sus aliados naturales. Muchos de los agentes iraníes detenidos en el extranjero acaban a menudo intercambi­ados por ciudadanos occidental­es arrestados en Irán y, pese a las baterías de sanciones occidental­es, pocos gobiernos han degradado las relaciones diplomátic­as con la República Islámica.

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Zowy Voeten Una mujer se manifiesta en Barcelona en solidarida­d con las mujeres de Irán y en contra de la represión.

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