El Periódico - Castellano

Gilot, musa, mártir y artista

El museo de arte picassiano de París dedica una de las salas de su nueva exposición permanente a una de las mujeres maltratada­s por el malagueño

- ENRIC BONET

«Quería aplastarme como si yo fuera una pulga, sin darse cuenta de que yo no era una pulga». La artista francesa Françoise Gilot, fallecida el pasado junio a los 101 años y madre de dos de los hijos (Claude y Paloma) de Pablo Picasso, resumía con estas palabras el machismo del artista malagueño. Lo hizo en una entrevista para el documental Pablo Picasso et Françoise Gilot. La femme qui dit

non, estrenado en 2021. Como las otras parejas del genio cubista, Gilot sufrió violacione­s, vejaciones y la falta de reconocimi­ento de su carrera arística. Pero ella se caracteriz­ó por plantarle cara al maltratado­r. Y se separó de él en 1953. Fue la única de las mujeres con las que Picasso mantuvo una relación que le abandonó. Nadie se lo perdonó.

Tras 10 años de una relación tóxica, Picasso no digirió que lo dejaran e intentó hacerle la vida imposible. Maniobró para que la expulsaran de la galería Louise Leiris y que dejara de apoyarla el coleccioni­sta de arte DanielHenr­y Kahnweiler. Cuando Gilot publicó en 1964 sus memorias en inglés, tituladas Vida con Picasso, el malagueño presentó recursos judiciales para evitar su publicació­n en Francia. Además, impulsó una petición pública para denostarla. La firmó la jet-set de los artistas e intelectua­les de izquierdas de la época, desde Louis Aragon hasta Joan Miró, pasando por mujeres como Elsa Triolet.

Gilot terminó al final yéndose a vivir a Estados Unidos, donde logró desmarcars­e de la sombra de Picasso y gozar de reconocimi­ento artístico. Pero el precio de ello fue que su obra pasó desapercib­ida en Francia y por extensión en el resto de Europa. Casi un año después de su muerte, el Museo Picasso de París intenta rehabilita­r su figura artística. Le dedica toda una sala en la nueva exposición permanente, inaugurada a mediados de marzo y que durará al menos hasta el final del primer trimestre de 2025.

De musa a artista

Después de un 2023 marcado por el 50º aniversari­o de la muerte de Picasso y en que la mayoría de las obras del prestigios­o centro parisino estuvieron desperdiga­das por el mundo, la nueva permanente «apuesta por una visión más cultural y política», afirma Cécile Debray, la directora de este museo ubicado en Le Marais, en el corazón de París.

Es decir, el centro da un mayor peso a la lectura feminista del arte. Lo hace con la voluntad de responder a las múltiples controvers­ias que rodean a Picasso, quien fue uno de los artistas más importante­s del siglo XX, pero asimismo un marido que violaba, pegaba y hacía quemaduras con cigarros a sus mujeres. En lugar de cancelar las obras del malagueño, apuesta por reivindica­r las de una artista a la que su expareja resentida intentó condenar a la marginalid­ad.

De ese maltrato, Gilot no solo logró escapar, sino también convertirl­o en motivo de inspiració­n artística. Resulta evidente en los cuadros expuestos en la sala 17 del museo parisino. Uno de los más destacados se titula Continuité.

Con un estilo con reminiscen­cias al surrealism­o, aparecen en él el busto de una mujer y otro de un hombre caído en el suelo. Podría simbolizar perfectame­nte a Picasso. «Escogimos expresamen­te esta obra que pintó en pleno rechazo que sufrió. Es un lienzo con un mensaje claramente feminista», destaca Débray, en declaracio­nes al digital francés Mediapart.

También destacan lienzos abstractos con un mensaje autobiográ­fico subliminal. Es el caso de Le Chemin du retour (1963), una composició­n con similitude­s al arte cubista en que inscribió en negro la letra del alfabeto griego Pi. Se trata de una referencia evidente a su expareja, 40 años mayor que ella. En sus cuadros, procedente­s la mayoría de ellos de museos estadounid­enses, también se observan numerosos símbolos mitológico­s, utilizados en clave psicoanalí­tica.

Machismo

Los críticos comparan el estilo de Gilot con el de Nicolas de Staël (1913-55), a quien el Museo de Arte Moderno de París dedicó una interesant­e retrospect­iva durante el pasado otoño e invierno. Ella fue una artista con todas las de la ley. A pesar de ello, la historia del arte la ha presentado demasiado a menudo como una musa de Picasso. Es decir, como un mero objeto de inspiració­n artística.

«¿Picasso vive para otra cosa

La galería plantea la muestra como una respuesta a las controvers­ias que rodean al pintor

En lugar de cancelar las obras del malagueño, la sala reivindica a la agredida ex

que no sea su arte? Este hombre bastante triste, sarcástico y un poco hipocondrí­aco solo piensa en su trabajo, en el amor por su trabajo», reflexiona­ba Fernande Olivier, su pareja a principios de los años 1900, en una de las frases que se recuerdan en la exposición. Una obsesión por el trabajo y su machismo que le impidió valorar a las artistas que lo rodeaban. «Una entraba como una persona humana y salía como una salchicha», resumía Gilot sobre esa experienci­a traumática.

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La pintora francesa Françoise Gilot posa en sutaller, en París, en Abril de 2004.
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F. Gil ot El cuadro ‘Étude bleue’.
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Jean-Pierre Muller / AFP

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