El Periódico - Castellano

¿Ciudadanos jacobino, un PP girondino?

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Ciudadanos pasará a la historia por ser el partido que pudo tenerlo todo en la política española y abdicó. Surgido en Catalunya como respuesta de algunas élites intelectua­les al torticero proceso de elaboració­n del Estatuto de Autonomía de 2006 fruto de la radicaliza­ción del nacionalis­mo catalán y de la connivenci­a del PSC, en 2014 dio el salto a la política española surfeando la ola de la nueva política. Ciudadanos, que se había distinguid­o en Catalunya por su hostilidad hacia el catalanism­o en particular y hacia el Estado Autonómico en general, pretendió ser en la política española un partido de centro con un alma socialista a la fuer que liberal, aunque optó por prescindir de la primera para competir con un PP en horas bajas.

Obtuvo la primera plaza en Catalunya a renglón seguido de los hechos de otoño de 2017 y la tercera posición en las elecciones generales de abril de 2019, pero renunció a formar gobierno con el PSOE.

Con su decisión, auspiciada por unas infundadas expectativ­as de superar al PP, Ciudadanos no solo cavó su propia tumba por aparecer como un partido inútil a ojos del electorado sino que acabó dejando al PSOE sin más alternativ­a que Podemos y los partidos periférico­s. Y de esos polvos, estos lodos. Desde entonces todo han sido abandonos personales y retrocesos electorale­s hasta descartar presentars­e a las elecciones generales del 23 de julio. Su única esperanza de superviven­cia era un pacto con el PP para las elecciones al Parlamento Europeo, posibilida­d que la convocator­ia electoral anticipada en Catalunya ha desbaratad­o. Y eso es así en parte porque dadas sus buenas expectativ­as el PP no lo necesita y en parte porque atarse a Ciudananos en Catalunya puede resultar muy contraprod­ucente para sus intereses a medio plazo. El PP sabe que en ausencia de mayoría absoluta, algo que en el ámbito estatal es muy improbable por la elevada fragmentac­ión existente, que quien quiera gobernar España –como siempre ha sucedido excepto cuando Ciudadanos lo tuvo en su mano– necesita del apoyo de las fuerzas periférica­s.

Y como en España existen dos fracturas políticas, en un futuro no muy lejano será necesario rehacer puentes con partidos como Junts o el PNV, de quienes está muy distante en el eje nacional pero muy cercano en la dimensión izquierda y derecha, una vez Junts supere su confusión. Y a su vez estos dos partidos saben que no habrá ninguna decisión duradera en materia territoria­l que no cuente con el apoyo del PP.

Reconcilia­ción

Al fin y al cabo las últimas grandes transferen­cias autonómica­s y el cierre del modelo territoria­l se produjo bajo el gobierno del PP. Ciudadanos, en cambio, fue el primer partido en impugnar el Estado Autonómico (con permiso de UPyD), algo que Vox con su idea de desmantela­rlo ha elevado a la enésima potencia. Pero el PP no solo no discute ese modelo sino que lo apoya por lo que tarde o temprano, si se atreve a enarbolar la bandera reformista que el fracaso de los nuevos partidos ha abortado, afrontará la cuestión territoria­l.

Su trayectori­a avala que, en vez de hacerlo con la lógica jacobina propia de Ciudadanos y de Vox, pueda hacerlo con una lógica más girondina de la que posiblemen­te Feijóo y algunos de barones populares puedan sentirse cercanos, al igual que algunos partidos periférico­s. Y ahí quizás haya una oportunida­d para el entendimie­nto y la reconcilia­ción.

Astrid Barrio es profesora de Ciencia Política de la Universita­t de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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Astrid Barrio

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