Martín se escapa mientras Acosta incendia el Mundial
En Portimao (Portugal), pasó de todo. Se escapó (y mucho) Martín, la Aprilia traicionó a un gran Viñales, el ‘tiburón de Mazarrón’ se subió al podio y Bagnaia tiró a Marc Márquez.
Todo muy nuestro, ¿verdad? El motociclismo español, en comparación, no solo con el italiano, la otra cuna donde se crían las estrellas del riesgo, volvió a repetir actuación, para lo bueno, para lo mejor y hasta para lo malo, en el Gran Premio de Portugal, que ayer congregó, en el precioso trazado de Portimao, a 72.549 aficionados. Incluso le pidió a uno de sus ídolos (de los portugueses, digo), el técnico Jose Mourinho, que agitase la bandera a cuadros cuando, vaya, un español, cómo no, Jorge Martín (Ducati), ya líder destacado del Mundial de MotoGP, cruzase la meta tras otra auténtica exhibición de poderío, maestría, tacto y determinación.
Porque, sí, Martinator volvió a golpear con precisión durante las 25 vueltas del GP. Lo hizo desde que se apagó el semáforo y se escapó, se escapó, se escapó, hasta que el Special One le proclamó ganador. «Me ha ido muy, muy, bien ir al psicólogo este invierno. Me ha enseñado a tomarme las cosas con más calma, a pensar mientras piloto, a aceptar las dificultades como vienen y, sobre todo, a no ser impaciente. He corrido de maravilla, pero he de confesar que si Viñales me hubiese peleado la victoria, igual me conformo con el segundo puesto y los 20 puntos». Ya ven, un Martinator calculador.
Segundo placer español, segunda satisfacción de pura escuela española, el murciano Pedro Acosta (GasGas), tal y como pronosticamos todos, ha incendiado
MotoGP en su segunda carrera. Si en Catar se precipitó («simplemente, me volví loco, corrí antes de hora»), en Portimao estuvo (casi) perfecto. Saliendo desde atrás fulminó a Marc Márquez (Ducati) y a ‘Pecco’ Bagnaia (Ducati), con dos adelantamientos de veterano y, sobre todo, de bicampeón menor que quiere, cuanto antes, su título más grande.
«No puedo pedir más, es imposible», dijo el tiburón de Mazarrón al bajar del podio, que se convirtió, con 19 años y poco más, en el tercer piloto más joven de la historia en subirse al podio. El más joven sigue siendo mi amigo y más popular que nadie, el norteamericano, con mansión en Sitges, Randy Mamola. «Quiero dar las gracias a todos los que me ayudan a disfrutar de mi profesión y, sobre todo, quiero dedicarle este podio a mamá, pues hoy (por ayer) es su cumpleaños».
Si Acosta sabe que esto solo acaba de empezar, Maverick Viñales empieza a estar cansadito, aunque no lo denuncie, de algunas cositas que fallan en Aprilia. «Es vergonzoso que tengamos un piloto tan bueno como Maverick y nuestra moto sufra la rotura del cambio de marchas. ¡Eso no puede ser!», gritó Massimo Rivola, CEO de la firma de Noale. Y es que MVK se fue al suelo, en la última vuelta, cuando tenía la ‘palta’ en sus manos porque «el cambio se rompió y me tiró: he pasado toda la carrera sin poder meter sexta y rezando porque no se rompiese».
El ímpetu de Bagnaia
Mientras Martín salía reforzado de Portimao, líder en solitario (le saca ya 18 puntos a Brad Binder, KTM), mientras el tiburón volvió loco al personal, mientras Viñales lloraba su mala suerte, Pecco Bagnaia (Ducati), el bicampeón de MotoGP, tiraba a Marc Márquez (Ducati) al defender una discreta quinta posición, que era para el muchacho de Cervera (Lleida).
«He visto que Pecco sufría de neumáticos en las últimas vueltas, le he adelantado y él ha tratado de defenderse con demasiado optimismo», explicó el ocho veces campeón. «He visto su telemetría ante los comisarios, que han decidido no sancionarnos. Pecco ha pecado de optimista, debió aceptar que ya estaba en inferioridad». ¿Entre nosotros? Marc cree que Pecco abrió gas brutalmente, desproporcionadamente, a destiempo, para defenderse. Cuando ya había sucumbido al impulso del campeonísimo catalán.
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