El Periódico - Castellano

La musa en entredicho

- POR JOSÉ MARÍA DE LOMA

A mí me ganó el día que apareció con una chapita en el pecho en la que podía leerse Perra

Sanxe. Eso es lealtad. Lealtad perruna, que es la paradigmát­ica. Lealtad en tiempos volubles y lealtad en tiempo de desleales. Con esa leyenda anticipaba también Begoña Gómez una máxima filosófica de su marido: «Hacer de la necesidad virtud». Cuando la pronunció, Sánchez se refería a la amnistía, pero esa virtud también quedó manifiesta en cómo aprovechar­on el insulto (perro) para volverlo lema orgulloso. Da que pensar un país en el que fue tenido como máximo triunfo del ingenio, durante unos meses, la ocurrencia de alguien de llamar perro a alguien que se llama Pedro.

Andanzas empresaria­les

La protagonis­ta de nuestro artículo es la esposa del presidente del Gobierno, con lo cual está claro que el reto es aguantar el máximo de líneas sin invocar eso tan manido de que la esposa del César no solo ha de ser honrada sino parecerlo. En este caso, padecerlo.

Se la acusa de un conflicto de intereses, lo cual es sumamente interesant­e de investigar. Un conflicto basado en cuál era su relación con la empresa Air Europa, que fue rescatada con miles de rulos (que diría Ayuso) de billetes públicos. Muchos millones. Tampoco está claro si medró dentro de esa empresa, si la promociona­ron a cambio de algo. Las andanzas empresaria­les de esta mujer no están claras ni tampoco para qué o en calidad de qué se entrevista­ba con los directivos de la compañía citada. Para el PP, este caso se ha convertido en el contrapunt­o al de la pareja de Ayuso.

El miércoles pasado, un Feijóo nervioso acusando a Sánchez de estar nervioso dijo en la sesión de control al Gobierno del Congreso de los Diputados que iban a investigar «el entorno» de Pedro Sánchez. O sea, voy a meter las narices en su sala de estar, señor Sánchez, dijo el gallego. Una forma como otra cualquiera de entrar en Moncloa, ya que no puede por ahora entrar de otra manera.

Ayuso también quiere entrar y ahí está Feijóo, dudando acerca de si esto es una oportunida­d de oro para acabar con ella o si la defiende. En el bien entendido caso de que toda defensa, incluso ardorosa, le parece poca defensa a cualquier político que se precie. Pasa como los adjetivos: elogias a un político y cree que se lo merece y que te has quedado corto.

Invisible

Begoña Gómez, nacida en Bilbao pero criada en León, tiene estudios de márketing y es aficionada al deporte y a la música. Dos hijas. Simpática. Matrimonió con Sánchez en 2006 y se fueron a vivir a Pozuelo un tiempo. Ha trabajado asesorando a varias oenegés y se desconoce si, como tantas primeras damas españolas, aspira a ser alcaldesa de algún sitio, diputada o senadora. Ya les pasó a Carmen Romero y a Ana Botella. A lo mejor, por ahora lo que quiere ser es invisible. Pero no lo es, de hecho se fija mucho en ella hasta Letizia, a la que el cronista detecta un puntito de envidia hacia la esposa de Sánchez. Sin descartar que sean imaginacio­nes del cronista, si bien es cierto que cuando la cumbre de la OTAN, esos jefes de Estado y ese Biden sobón ante los Velázquez o Goya, se vio un momento estelar, fulgurante, de Begoña, opacando a la realeza.

Begoña Gómez es un argumento político, un arma arrojadiza, un «entorno», una incógnita, una musa –que diría Umbral– para el presidente, que es marido y César y que va cada miércoles al Congreso como quien va a la guerra o a estrellar un camión contra un tren. El otro día, en El Mundo citaba Raúl del Pozo a Wenceslao Fernández Flores, que cuando la República, en misiva al director de ABC, le dijo: «No vuelvo más al Congreso. Mande usted a otro. A un redactor de sucesos». Al enemigo se le menta la madre, pero a Sánchez le mentan a la esposa, algo que encabrona mucho. No responde y tú más; responde «pues, tú, Ayuso». Todo se está enfangando y a Begoña le salpica también el barro. Es Begoña Gómez, pero la quieren Begoña Sánchez. Aquí la corrupción y la supuesta corrupción o trato de favor no se investiga, se embarra. Todos los políticos honrados se parecen, pero los corruptos lo son cada uno a su manera. Sin que uno se oponga a que pudiera ser a la inversa. No sabemos si con Gómez ha nacido una estrella o un caso. El tiempo lo dirá. Nos interese o no, nos obligarán a estar atentos.

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David Castro Begoña Gómez. mujer de Pedro Sánchez, asiste a una sesión en el Congreso, el año pasado.
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