Ultraortodoxos frente a la mili
La inminente decisión del Tribunal Supremo, a finales de este mes, sobre la exención del servicio militar de los jaredís es motivo de fricción en el Gobierno de Netanyahu y en la sociedad israelí. Si el primer ministro sucumbe a la presión de sus aliados, tendrá que presentar una ley para excusarlos.
El ataque de Hamás del pasado 7 de octubre desveló las costuras del Estado de Israel. Algunas de ellas, las más débiles, parecen a punto de ceder. La ya polarizada sociedad judía dejó a un lado sus choques de los meses anteriores pero las pugnas seguían ahí, latentes. Ahora, casi seis meses después de ese fatídico ataque, no queda nada de una unidad que resultó caduca.
La inminente decisión del Tribunal Supremo israelí a final de mes sobre si la comunidad ultraortodoxa pasa a ser sometida a la obligatoriedad del servicio militar, como el resto de la población, tiene al país en vilo. Para muchos, Israel está al borde de la ruptura.
«Una cuestión existencial»
«A día de hoy la cuestión de la integración y la participación de los ultraortodoxos en el Israel más amplio, ya sea en la economía, las instituciones y el Ejército, se está convirtiendo en una cuestión existencial para el Estado de Israel», explica el ultraortodoxo Yehoshua Pfeffer a EL PERIÓDICO.
La comunidad de este profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén sufre una «división» agravada por los trágicos eventos del 7 de octubre. «Desde entonces, hay un mayor sentido de la responsabilidad hacia Israel», añade, pero eso no ha implicado un convencimiento general de la necesidad de servir en el Ejército.
Hace 75 años, durante la creación del Estado de Israel, su primer ministro, David Ben Gurion, eximió a los hombres judíos que estudiaban la Torá a tiempo completo en las yeshivás, las escuelas religiosas, de realizar el servicio militar. Entonces eran solo 400 jóvenes. Ahora, la comunidad ultraortodoxa está formada por 1,3 millones de judíos en Israel. «Decenas de miles de jóvenes que podrían hacer el servicio militar como el resto de los israelís están exentos de ello con la justificación de que estudian la Torá, pero esta no es la realidad», denuncia Gideon Rahat, del Instituto de Democracia de Israel (IDI). «Los líderes ultraortodoxos usan este argumento para mantener a la comunidad alejada de la vida moderna», añade.
Para evitar poner en riesgo sus alianzas con los partidos ultraortodoxos, el primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, ha propuesto un aumento de la edad para servir en el Ejército, así como la extensión del servicio militar y de los días por año que los reservistas deben hacer instrucción. Pero gran parte de la sociedad, de su Ejército y de su Gobierno, como el ministro de Defensa, Yoav Gallant, se le han echado encima.
A finales de mes, el Supremo debe decidir si obliga o no al Gobierno a forzar el alistamiento de los ultraortodoxos. Si Netanyahu sucumbe a la presión de sus aliados, tendrá que presentar una nueva ley para excusarlos.
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