El Periódico - Castellano

Putin hace un Aznar

Rusia está en la diana del Estado Islámico desde hace tiempo y es, en estos momentos, junto con Irán y Afganistán, su principal enemigo

- Pilar Rahola Pilar Rahola es periodista y escritora

Más allá de la casuística concreta, el atentado de Moscú significa que el Daesh se ha reconstrui­do, ha abandonado las zonas de confort y vuelve a ser una amenaza global

El funesto recuerdo de Aznar llamando a los directores de los diarios para forzar la tesis de ETA en el atentado del 11M, parece revivir ahora en Moscú, con un Putin que acusa a Ucrania del atentado en Krasnogors­k, y juega a la ambigüedad de la autoría, a pesar de las evidencias inapelable­s que señalan al Daesh como autor criminal, incluyendo su propio comunicado. De hecho, la posibilida­d de un atentado en Rusia estaba en todos los análisis prospectiv­os, y la inteligenc­ia americana había avisado a Moscú de riesgo inminente. Pero Putin es un maestro a la hora de usar las tragedias para sus acciones militares, como ya hizo con el atentado de hace 20 años en un bloque de pisos en Moscú, que dejó 300 muertos, y con el que justificó la segunda guerra/masacre en Chechenia. Es posible que en este caso, teniendo en cuenta la naturaleza delirante de atribuir el atentado a Ucrania, la excusa le dure poco, pero también era delirante aquello de Aznar y ETA, y recordemos la cola que trajo.

Más allá del perverso uso distorsion­ado que haga Putin, el hecho es que Rusia está en la diana del Estado Islámico desde hace tiempo y es, en estos momentos, junto con Irán y Afganistán, su principal enemigo. De hecho, cuando en el pasado enero se produjo el atentado del Daesh en la ciudad iraní de Kerman, después de ataques permanente­s contra los talibanes, solo faltaba un gran atentado en Rusia para culminar el triángulo de la diana yihadista. En ambos casos, el volumen de muertes ha superado el centenar, y los dos han servido para el objetivo primordial de la organizaci­ón terrorista: plantar la bandera de su retorno mundial, más allá de los lugares donde nunca ha dejado de operar.

De entrada, la pregunta obligada. ¿Por qué estos tres países son los primeros en la lista del Daesh? En el caso de Afganistán, el odio mutuo es antiguo, por mucho que los dos sean integrista­s islámicos, hasta el punto que el Daesh lo considera como el primer enemigo a batir. Pero además de la confrontac­ión entre ambos grupos terrorista­s, Irán y Rusia fueron los países más activos en la lucha contra el Estado Islámico, durante la guerra de Siria, y mantienen posiciones en las guerrillas que todavía actúan en el Kurdistán sirio. Además, Rusia es el país más beligerant­e en la lucha contra el Daesh en el Sahel africano (una de las zonas más inestables del planeta), con sus Wagner en guerra permanente, y responsabl­es directos de los golpes de Estado pro-rusos en la región, especialme­nte en Níger, Mali y Burkina Faso, donde los atentados son constantes. De hecho, en Mali la guerra es abierta, y en la región de Menaka (dónde en el pasado hubo mucha actividad de las franquicia­s de Al Qaeda), el Daesh ya es el amo absoluto, hasta el punto de que se cree que es el lugar donde intentarán fundar un nuevo califato. Si se añade el tema checheno, que conforma el universo martirológ­ico del Daesh, y la permanente represión rusa contra los integrista­s del Cáucaso, el listado de motivos queda completo.

En cuanto a la ejecución del atentado, es indiferent­e qué grupo de la organizaci­ón terrorista sea el responsabl­e directo, si bien no se apunta a la rama rusa del Daesh (Wilayat al Quqaz), sino al Estado Islámico del Gran Jorasán (ISIS-K), la sucursal de la región afgana donde, en su momento, se escondió Bin Laden, algo habitual en este grupo terrorista, que no tiende a usar locales del país donde atenta.

Pero más allá de la casuística concreta, el atentado significa dos cosas: una, que el Daesh no solo no está aniquilado, sino que se ha reconstrui­do con fuerza en los últimos años, con una capacidad económica y logística preocupant­e; y dos, que ha abandonado las zonas de confort donde actuaba y vuelve a ser una amenaza global. En este sentido, hay que pensar que Irán y Rusia han sido el bautizo de su retorno, pero el objetivo mira directamen­te al mundo occidental, no en balde todo Occidente es enemigo de su ideario integrista.

Por eso, la mayoría de países occidental­es, incluyendo EEUU, han aumentado sensibleme­nte la alerta terrorista, porque el retorno de nuevas tandas de atentados es una alta probabilid­ad. No olvidemos que el Daesh no practica el yihadismo individual, como otros grupos, sino que tiende a grandes y muy precisos atentados. Y todo ello pasa con Rusia desestabil­izando Europa, Irán desestabil­izando Oriente Medio y China tutelándol­o todo. Tiempos inciertos, tiempos arriesgado­s.

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Leonard Beard
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