El Periódico - Castellano

Más de treinta años después

- P Josep Maria Fonalleras es escritor

En 1993, Modest Prats, sacerdote, teólogo, profesor de historia de la lengua, «una de las voces más poderosas y contundent­es de la cultura catalana», como dijo Xavier Folch, publicaba una correspond­encia que había mantenido (o no) con su colega alsaciano, el cura Jean, de Mulhouse. No está comprobado que las enviara por correo, porque eran la excusa retórica («he fingido una relación epistolar») para hablar del país, de valores, de Europa, de Catalunya. Las reunió con el título de Cuatro cartas y una postal a la sociedad catalana. Valores y contravalo­res, perspectiv­as y tendencias. He vuelto a ellas ahora que se cumplen 10 años de la muerte de Modest Prats, un 29 de marzo. La gran mayoría de las cosas que dice, de las reflexione­s que ofrece, de las dudas que plantea, están vigentes hoy, más de 30 años después. Y lo que hiela el espíritu es que la realidad que describe, con todos los desencanto­s, con alguna esperanza, se asemeja mucho a la actual.

Dice, por ejemplo, que «todos estamos preocupado­s por el proceso imparable de homogeneiz­ación cultural y política» y aboga por una Europa acogedora que, sin embargo, «ha ahuyentado previament­e nuestra cultura». Habla de la «convenienc­ia de repensar otras vías para nuestro futuro», en referencia a Catalunya, y piensa en una «diversidad nacional sin hegemonías». Critica a la sociedad que «se desentiend­e implacable de todos los que quedan al margen». Explica la anécdota de una arenga que oyó en Milán en la que «un hombre rechoncho y de mejillas ardientes» gritaba que «los auténticos parias de la sociedad somos los campesinos» y se lamentaba de que «la cultura en catalán ha dejado ser hegemónica entre nosotros».

Como hoy. Prats divaga sobre inmigració­n e insolidari­dad, sobre el afán destructor del capitalism­o, sobre la inquietud que viven los jóvenes, engullidos por un presente que les desconcier­ta. Es una excelente lectura de Semana Santa, como también pueden serlo sus homilías contra la pena de muerte y en favor de los derechos humanos, su constante preocupaci­ón por el futuro de una lengua sitiada o el día a día, en forma de dietario, que incluye algunas páginas de un considerab­le aliento poético.

Hace unos días, con el título ¿Habremos sido capaces de salvar el futuro?, amigos y conocidos rindieron un homenaje a Modest Prats. Estuvo el sacerdote, el intelectua­l, el rector, el crítico, el universita­rio, el historiado­r de la lengua, el teólogo, el viajero, el gourmand, el traductor de aquellos fenomenale­s alejandrin­os de la Fedra de Racine, el maestro, el sabio. En su intervenci­ón, Narcís Comadira explicó una vieja disputa amistosa entre estética y gramática. El poeta y pintor defendía una solución de orden estético frente a la intransige­ncia del gramático. «Ahora, con más años encima», terminó Comadira, «le doy la razón: estoy más a favor de la gramática». En el fondo, el secreto, tal vez, es que ambos hablaban el mismo lenguaje. No diferían tanto, el vuelo de la belleza del rigor de la sintaxis.

Lo que hiela el espíritu es que la realidad que describe Modest Prats en 1993, con todos los desencanto­s, con alguna esperanza, se asemeja a la actual

 ?? ?? Josep Maria Fonalleras
Josep Maria Fonalleras

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain