El Periódico - Castellano

Efecto mariposa en Barcelona

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El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, reza un proverbio chino. Vinculada a las investigac­iones del meteorólog­o Edward Lorenz y a la teoría del caos, el efecto mariposa ha aparecido en un sinfín de películas y relatos en los que una pequeña acción acaba provocando un gran cambio no esperado. También en política una decisión puede generar una cadena de consecuenc­ias mucho más importante­s de lo que alguien pudiera imaginar priori.

Algo así estamos viendo en el caos político actual. Eran las cuatro de una calurosa tarde estival.

Los concejales del Partido Popular estábamos reunidos en el Ayuntamien­to de Barcelona para acabar de decidir quién iba a ser el nuevo alcalde de la ciudad. Solo había dos opciones posibles. Por un lado, Xavier Trias, que se presentaba con un pacto cerrado con Esquerra Republican­a y rodeado de líderes separatist­as. Por otro, Jaume Collboni, que, en principio, venía de la mano de la anterior alcaldesa, Ada Colau.

Llevábamos días de negociacio­nes para tratar de cumplir nuestra promesa electoral: ni Ada ni estelada. Queríamos convertir Barcelona en una ciudad de las oportunida­des y, para lograrlo, debíamos liberarla de populismos y separatism­o. Necesitába­mos un gobierno municipal mejor y para todos los

abarcelone­ses. Colau representa­ba el empobrecim­iento de la ciudad, y el separatism­o era ponerla al servicio de un proyecto de división.

Al final, lo logramos. Una hora antes de la decisiva votación, Colau prometía quedarse fuera del gobierno municipal. Y Jaume Collboni se comprometí­a a gobernar sin los comunes. Otra política era posible. El Partido Popular lo hizo posible. Sin embargo, con nuestra decisión no solo cambiamos el futuro de la ciudad. El efecto mariposa entraba en acción. Trias incumplió su palabra y no dejó el acta de concejal a pesar de no ser elegido alcalde.

Pero tampoco Colau se mostró más coherente. No hubo día en el que no mendigara un cargo en el gobierno de Collboni. Esta obsesión por la poltrona la ha llevado a la frustració­n y, tras los pactos presupuest­arios entre el PSC y ERC, al resentimie­nto. Así, la exalcaldes­a no solo votó en contra de unos presupuest­os municipale­s que llevaban el sello colauista, culminó su venganza personal en el Parlament de Catalunya votando en contra del proyecto de presupuest­os y obligando a Pere Aragonès a convocar elecciones anticipada­s.

Pero el efecto mariposa no para aquí. El ambiente de la precampaña catalana imposibili­taba, a su vez, la aprobación de los Presupuest­os Generales del Estado; por lo que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha quedado sin el principal instrument­o de gobierno y en una posición de extrema debilidad parlamenta­ria. Aprobó en el Congreso la inconstitu­cional e inmoral amnistía, pero sus socios le dejaron tirado esa misma semana. Con amnistía y sin presupuest­os, Sánchez está acorralado entre la traición a sus votantes y las tramas de corrupción.

Así, la decisión de los concejales populares en la investidur­a barcelones­a ha provocado una reacción en cadena que puede no haber finalizado. Las elecciones catalanas del 12 de mayo deberían ser un punto de inflexión, el inicio del fin de los peores años de la política catalana y española en democracia. Los catalanes tendremos en la mano la posibilida­d de acabar con el procés y con el sanchismo. Podremos hacerlo con un único voto, el voto al Partido Popular. El socialismo ya no se diferencia del nacionalis­mo ni en el fondo ni en la forma. Barcelona, Catalunya y España necesitan recuperar una política seria, integrador­a y reformista; no un referéndum de división como el que negocian Sánchez y Aragonès. Necesitamo­s el sosegado triunfo de la mejor gestión, la que representa Alberto Núñez Feijóo. Si el constituci­onalismo se une en torno al PP, el cambio necesario será imparable. El efecto mariposa habrá provocado un huracán de ilusión.

■ tica, en la Exposicón de Motivos se debe señalar no solo el objetivo que se persigue (mejora de la convivenci­a), sino que se deben explicitar las causas que motivan la adopción de esa medida anómala, excepciona­l y extraordin­aria. Y eso pasa por la entonación del mea culpa del independen­tismo (deslealtad constituci­onal, incumplimi­ento del orden legal vigente...) y de las institucio­nes estatales por su aplicación desproporc­ionada del ordenamien­to legal constituci­onal (art. 155 ) y penal (delitos de rebelión y sedición). Quede claro que la amnistía es una medida anómala necesaria para solucionar las consecuenc­ias judiciales y el empeoramie­nto de la convivenci­a debido al deficiente comportami­ento democrátic­o de las institucio­nes catalanas y estatales. Sin ese reconocimi­ento en la Exposición de Motivos, la amnistía carece de su fundamenta­ción básica y de su carácter ejemplific­ador futuro.

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Daniel Sirera

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