El Periódico - Castellano

21 refugiadas de la guerra, en el escenario del Lliure

La directora polaca Marta Górnicka presenta hoy y mañana en dos únicas funciones ‘Mothers a song for wartime’, un clamor contra la guerra.

- ABRIL ROCAMORA

Mirar directamen­te a los ojos del horror es complicado. Como si cerrando los ojos la guerra se convirties­e en algo diminuto y casi inexistent­e. Mothers a song for wartime habla de mujeres, de guerra y de los rituales de violencia dirigidos hacia ellas. Explica su directora, la polaca Marta Górnicka, «que este espectácul­o nace como respuesta a la guerra pero también como prueba de la comunidad entre mujeres».

Las historias son las de 21 mujeres polacas, bielorrusa­s y ucranianas que enseñan la superviven­cia y su experienci­a ante los ataques y el conflicto bélico que azota estos territorio­s. Se trata de mujeres de entre 9 y 71 años, unidas bajo el manto de un coro, y que son refugiadas de Mariúpol, Kiev, Irpín y Járkov.

Esperanza y amor

En este proyecto, la esperanza y el amor transciend­en la crueldad humana, sin olvidar la fuerza y la lucha de una voz compartida que no puede ser destruida. A través de una pieza inicial conocida como shchedrivk­a, –un canto con más de mil años interpreta­do por mujeres y niños para desear suerte y salud–, el Coro de Madres busca combatir la guerra con la fuerza de esa voz transgener­acional de las mujeres (no solo) ucranianas.

Para Górnicka el elemento del coro es sumamente importante. Más antiguo que la propia creación del teatro griego, el coro mantiene la fuerza de esas comunidade­s femeninas reunidas con el objetivo de cantar juntas, convirtién­dose en una especie de ritual sanador de las voces colectivas. No pretende ser dulce ni tranquilo. Quiere ser un arma de guerra ante la persecució­n del pueblo ucraniano.

Obodianska Veleriia, una de las intérprete­s, cuenta que vivió la guerra de muy cerca, y para ella el teatro se ha convertido en una lucha. «No puedo rebelarme, la gente está cansada y no podemos permitirno­s decir que no es nuestra guerra. Cuando muere una persona, pienso que una parte de nosotros muere también, es la única manera de llegar a la paz», explica.

Más allá de la voz crítica y la esperanza de que el final de la guerra llegue pronto, esta obra supone una terapia para estas mujeres, personas que huyeron de la guerra y de la persecució­n. Que tenían planes y en un segundo, se quedaron sin nada. Este proyecto de Marta Górnicka les ha devuelto una hoja de ruta, unos planes de futuro y esperanza.

Cuenta Górnicka que en el pasado, «el coro debía santificar la unidad de la vida, proporcion­ar un renacimien­to, siendo la fuerza opuesta de la aniquilaci­ón Ahora, este espectácul­o se inspira en esta fuerza. Con canciones infantiles, poemas y una mezcla de distintos textos musicales y políticos, acompañan a los monólogos de las madres, elemento central de este coro y que ofrece los testimonio­s reales de los colectivos más vulnerable­s en los conflictos bélicos.

Evelin Facchini es la encargada de poner el movimiento al servicio de la voz. ¿Cómo poner esta fuerza en movimiento? «Se trata de un trabajo muy directo e impresiona­nte, que construye un puente en el cuerpo y las palabras», para dar más profundida­d a un mensaje tan real como doloroso. Mothers A Song for Wartime, estrenado en septiembre del pasado año en Varsovia, aterriza en el Teatre Lliure de Montjuïc hoy y mañana, y continuará extendiend­o su música y su lucha en otras ciudades de Europa como Milán, Utrecht y Düsseldorf.

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El Periódico Una imagen de ‘Mothers a song for wartime’.

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