El Periódico - Castellano

Collboni, alcalde correoso

El primer edil cree que la derrota en su moción de confianza es un paso adelante porque el 2 de mayo tendrá el depósito lleno: 3.800 millones de presupuest­o

- | Joan Tapia Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

El esquema del PSC es gobernar con ERC y luego pactar con los comunes o con Junts en función de las circunstan­cias. Pero todo depende porque el 12M hay elecciones

Hace años un dirigente del PSC me sorprendió: «Nuestra desgracia es que somos un partido de alcaldes y un alcalde es alguien que siempre corre a buscar la solución, pero en la oposición hay que saber aprovechar los fallos de Pujol». Puede que Quim Nadal y Pere Navarro tuvieran como candidatos ese hándicap, pues habían sido alcaldes de Girona y Terrassa. Y no es un secreto que Pasqual Maragall ni como diputado ni como president tuvo el mismo arrastre que como alcalde.

Un alcalde tiene más mando en plaza que el president de la Generalita­t o el del Gobierno. Para empezar, es alcalde automática­mente si encabeza la lista más votada y nadie logra más apoyos. Dirige el ejecutivo y preside el pleno municipal (es Sánchez y Francina Armengol). Y en muchos casos decide solo. Necesita la aprobación del pleno para los presupuest­os, pero también puede recurrir a la moción de confianza y si la pierde, pero luego nadie durante un mes consigue otra mayoría, los presupuest­os pasan.

Es lo que ayer hizo Collboni que solo tuvo los votos de su grupo, y los de ERC (15 concejales), pero votaron en contra los otros 26. Pero un alcalde alternativ­o es imposible. Los de Trias nunca votarán a Colau y los comunes no lo harán por Trias. «Hasta ahora hemos gobernado solo con 10 concejales, pero hemos gobernado. El 2 de mayo seguiremos con 10 concejales, pero con presupuest­o, el depósito de gasolina lleno con 3.800 millones. Y queremos un pacto municipal más amplio», dicen medios próximos a la alcaldía.

¿Con ERC que ya ha votado los presupuest­o? Ya se verá porque hay elecciones catalanas. Pero ese es el esquema. Gobernar con ERC (15 concejales entre los dos) y luego buscar pactos con los comunes, o con Junts –los dos otros grupos con más concejales– en función de las circunstan­cias. Collboni no quería de entrada una coalición con Colau porque la exalcaldes­a optó por dividir Barcelona entre progresist­as (los suyos) y el resto, mientras que él quiere ser, siempre que pueda, un alcalde de diálogo y de pactos. Cree, como Maragall, que Barcelona necesita grandes consensos para grandes proyectos. Y se siente libre. Colau le cesó de teniente de alcalde en 2017, cuando el PSC apoyó el 155 y ahora él quiere dejar claro que la era Colau ya es historia.

Y no le gusta una coalición con Junts –no se sabe quién mandará cuando Trias se vaya– ni lo que hará Puigdemont. El alcalde tembló cuando Josep Rius, un concejal muy próximo a Puigdemont, propuso multar a todas las empresas que se fueron de Catalunya y que se nieguen a volver. No, eso también divide, y sin ningún beneficio. Pero sabe que necesitará a Junts para cambiar la norma del 30% de viviendas sociales de Colau que suena progre, pero que ha sido un fracaso.

Collboni es correoso, no tiene miedo a jugar fuerte y desde hace años quiere ser alcalde. En una reciente conferenci­a dijo que era feliz porque tenía el trabajo mejor del mundo en la mejor ciudad del mundo. Y, retórica aparte, se lo cree. En 2014 dejó sus cargos en el PSC para presentars­e a las primarias a la alcaldía. Y lo hizo enfrentánd­ose a Carmen de Andres, una concejal pencona que quedó segunda; a Laia Bonet, que ahora es su mano derecha; a Jordi Martí, que luego fichó por Colau; y a Rocío Martinez-Sempere, hoy directora de la Fundación Felipe González. Luego tragó la expulsión de Colau en 2017 para volver a pactar con ella tras las elecciones de 2019.

Y cuando en 2023 se quedó con 10 concejales frente a los 11 de Trias lo tenía muy difícil pero no cejó. Y al final salió elegido con los votos del PP (no querían una alcaldía Junts-ERC) y los de los comunes para los que Trias era la derecha. Una conjunción muy extraña. Tanto que el día de la votación Trias entró como alcalde y Collboni tenía dudas. Sirera consultaba con Feijóo y dos o tres concejales de los comunes podían abstenerse. Entonces no salía.

En 2014 le pregunté por qué se metía en el lío de las primarias si iban a perder. Me respondió: «Seré alcalde... algún día». Tiene 54 años, aspira a dos mandatos y piensa que Pasqual Maragall fue un gran alcalde porque se fijó metas ambiciosas e hizo del pacto y el diálogo su método de trabajo. Collboni es correoso y conoce el ayuntamien­to. Y, ojo, tiene equipo.

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