Un comodín para los presupuestos
La cuestión de confianza está regulada por una ley orgánica y el alcalde no puede recurrir más de dos veces en un mismo mandato a este mecanismo excepcional al que Trias y Colau ya echaron mano con éxito durante sus mandatos.
En plena Semana Santa, es obvio que las cuentas municipales –la piedra de toque de la fortaleza de todo gobierno– atraviesan un via crucis en la capital. En todo caso, Collboni no llegará al martirio de la crucifixión: aunque la derrota puntual de ayer constata la debilidad del ejecutivo en minoría del PSC, los socialistas han despejado el camino para que el presupuesto entre en vigor el 2 de mayo, cuando se agota el resorte que han activado para que la oposición plantee un candidato que derroque a Collboni, una hipótesis imposible.
La cuenta atrás finalizará dentro de 30 días hábiles y es efecto de la cuestión de confianza que el socialista ha planteado. Se trata de un mecanismo excepcional regulado por una ley orgánica del Estado, la de régimen electoral, que da opción a los gobiernos municipales a someter el apoyo del alcalde a votación y supeditar al resultado la aprobación o la modificación de algunas medidas cruciales para todo ayuntamiento. La normativa permite que la cuestión de confianza vaya ligada a ratificar los presupuestos municipales, el reglamento orgánico del consistorio, las ordenanzas fiscales o la tramitación de instrumentos del planeamiento general urbanístico.
La condición para presentar la cuestión de confianza es que el acuerdo haya sido ya debatido antes en el pleno municipal y sin que se refrendara por falta de mayoría. La ley establece que el edil que no revalide la mayoría con el envite para ratificar la medida «cesará automáticamente, quedando en funciones hasta la toma de posesión de quien hubiere de sucederle».
La misma estratagema
Existe una excepción por la que una votación que se salde en fracaso para el alcalde no conlleva que sea destituido de inmediato. Es en caso de que el gobierno local se valga del mecanismo para dirimir la suerte del proyecto de cuentas. Es el supuesto en que Collboni se encuentra, igual que Xavier Trias en 2014 y Ada Colau en 2017 y 2018, cuando recurrieron al mismo mecanismo extraordinario para desencallar las previsiones de ingresos y gastos municipales.
En los tres precedentes, el pleno desestimó dar sostén a la alcaldía. Trias y Colau perdieron aquellas votaciones, igual que Collboni ayer, pero a la postre tomaron aire y lograron que los presupuestos prosperaran un mes más tarde, al no postularse un aspirante con aliados suficientes para desbancarlos. Es la misma estratagema.
La ley de régimen electoral viene a clarificar que el revés del pleno a Collboni es tan solo circunstancial y acabará tornándose en triunfo para el alcalde si no se articula una mayoría para relevarlo en las próximas semanas. Se da por descontado que es imposible un pacto de las demás fuerzas, antagónicas y sin una aritmética viable para sondear una alternativa de gobierno. «Se entenderá otorgada la confianza y aprobado el proyecto si en el plazo de un mes desde que se votara el rechazo de la cuestión de confianza no se presenta una moción de censura con candidato alternativo a alcalde, o si ésta no prospera», dispone la norma. La ley es clara al indicar que «cada alcalde no podrá plantear más de una cuestión de confianza en cada año, contando desde el inicio de su mandato, ni más de dos durante la duración total del mismo».
■