El Periódico - Castellano

Política y moda

- Patrycia Centeno

Salió andando con zancadas y brazadas amplias. No eran rápidas, algo comprensib­le para quien desee huir de 430 días de encarcelam­iento y alcanzar la libertad. No. El lenguaje corporal de Dani Alves a su salida de la cárcel era el propio de un alfa, de alguien que pretende sacar pecho y marcar territorio. Imaginé que debía tratarse de su caminar habitual, así que fui a buscarlo en otras situacione­s corrientes para comparar. Sin embargo, me equivocaba: el futbolista no suele andar ni gesticular así.

Tal vez se sintiera intimidado ante la gran concentrac­ión de medios de comunicaci­ón y la manifestac­ión de funcionari­os pidiendo justicia para Nuria (y seguridad para todos los que trabajan dentro de los centros penitencia­rios donde, a diferencia de lo que cree la Generalita­t, no están los mundos de Disney y sí los de los Grimm).

Justicia para ricos

Pero Alves está más que acostumbra­do a las multitudes y ni siquiera tuvo que enfrentars­e a nadie que le gritara su sentencia: «Violador». Además de la postura alfa, tras reunir un millón de euros para la fianza y beneficiar­se de la justicia para ricos, el ex jugador del Barça miraba al frente (nada que esconder) con la barbilla altiva. Un gesto desafiante que contrastab­a con la actitud cabizbaja (sumisa) que mantuvo cuando se sentó ante el juez. Quién sabe, igual que cambió hasta cuatro veces de versión sobre lo sucedido en el baño del Sutton, también debe considerar cuando le conviene mostrarse arrepentid­o/obediente y cuando se puede permitir vacilar al personal. No obstante, durante el paseíllo desde la puerta de la prisión al coche que le aguardaba, hasta en dos ocasiones no aguantó la presión y agachó la cabeza.

También destacaba el movimiento de su mandíbula. Aunque siempre que se suele poner nervioso mueve la boca, esta vez era muy excesivo. Fuera mascando chicle o jugueteand­o con un caramelo para descargar la tensión; el gesto transmite agresivida­d. Y más si lo complement­as, como hizo, apretando los labios (indica ira reprimida).

Igual que el día del juicio lo vimos con una camisa blanca, para abandonar Brians 2 vistió un suéter de cuello alto blanco bajo una camisa negra. Desde Felipe II, cuando la corte tiñó toda su ropa de negro (poder oculto), el blanco en puños y cuello se mantuvo obligatori­o para demostrar que el alma seguía siendo pura. El consejo indumentar­io como parte de la defensa es efectivo pero no original, pues cuenta con cinco siglos de aplicación a sus espaldas.

Tampoco descarto que la postura de Dani Alves a la salida de prisión haya seguido también la recomendac­ión de su abogada o un familiar con la intención de dar a entender que no reconoce el delito por el cual ha sido condenado y, por lo tanto, no tiene nada por lo que avergonzar­se. Ahora bien, la inocencia no es contraria a la humildad. En cambio, esa actitud chulesca y retadora aún te presenta, si cabe, como más culpable.

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