La adicción a la pantalla
Por un uso responsable de la tecnología: nos va el futuro
Decía Rainer Maria Rilke que la verdadera patria de cada cual es su infancia. Como servidores públicos, no tenemos deber más esencial que protegerla y cuidarla, asegurándonos que todos los niños y niñas la vivan de manera plena y saludable. Esto implica hacer frente a los retos que la amenazan, siendo el impacto de la transformación digital en su vida cotidiana uno de los más evidentes.
Las novedades tecnológicas han significado mejoras en las condiciones vitales de buena parte de la ciudadanía pero, al mismo tiempo, no podemos obviar las consecuencias negativas de un mal uso, particularmente entre los más vulnerables, como son los niños y adolescentes. Una exposición excesiva a la tecnología pone en peligro su bienestar físico y mental, causando la distorsión de la percepción corporal propia, el aumento de desórdenes alimentarios y del sueño, una disminución de la autoestima y mayor exposición al ciberacoso.
En este entorno, se hace necesario salvaguardar las libertades de los más jóvenes, contempladas en la Convención de Derechos de la Infancia de 1989, ratificada por la enorme mayoría de estados así como también abrir una reflexión social, a escala global, europea, estatal y también local, sobre cómo desde las instituciones públicas podemos asegurar su protección.
Se precisa una acción decidida ante datos preocupantes, como los del Informe Anual sobre Drogodependencias en Catalunya de 2022: las adicciones comportamentales, causadas, entre otras, por el uso excesivo de pantallas, crecieron un 24% respecto al año anterior. Esto quiere decir que cada vez más jóvenes sufren efectos perjudiciales derivados de un mal uso de la tecnología.
Ellos y ellas también son conscientes: la Encuesta de Bienestar Subjetivo de la Infancia en Barcelona de 2021 establecía que el 75% confiesa que le es difícil dejar de utilizar internet, y el 74,6% piensa que lo tendría que utilizar menos. Es evidente que no podemos permanecer impasibles ante esta realidad, con repercusiones relevantes sobre quienes tienen que construir el futuro de nuestra ciudad y, siendo Barcelona un ejemplo a nivel global en la protección de los derechos humanos, tenemos que liderar la respuesta a este fenómeno.
Así, desde el gobierno municipal enarbolamos la bandera del humanismo tecnológico como principio rector, manteniendo un equilibrio entre la apuesta decidida por los beneficios de la digitalización, con la capitalidad mundial del móvil entre otros hitos, y la necesidad de garantizar los derechos de todos y todas en este entorno.
Es por eso que, de la mano de familias, expertos y entidades de la sociedad civil de la ciudad, presentamos una medida de gobierno que incide en la necesidad de proteger a los niños, niñas y adolescentes de la adicción a las pantallas. Lo hace abordando tres retos estratégicos: la prevención ante el acceso prematuro, el desánimo del uso excesivo y la precaución ante el acceso a contenidos inadecuados que pueden causar ciberacoso. Einstein dijo que «el espíritu humano tiene que prevalecer sobre la tecnología» y Barcelona, nuestra ciudad, lo reivindica de manera orgullosa. Con esta iniciativa, seguimos consolidándonos como un referente mundial que marca el camino sobre el que se tienen que adoptar las leyes que permitan la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, en una era digital marcada por la incertidumbre del imparable progreso tecnológico de la humanidad.
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Teniente de alcaldía de Derechos Sociales, Cultura, Educación y Ciclos de Vida del Ayuntamiento de Barcelona.