«Vivimos con miedo»
Los vecinos de Els Merinals de Sabadell lamentan lidiar con grietas y filtraciones desde hace 30 años, algo que les preocupa a la vista de los desalojos en otras ciudades. Temen no poder asumir la parte que les correspondería de las obras de rehabilitación, pero saben que hay riesgo de siniestros.
«Si llueve, debo colocar un recipiente en medio del comedor, ya que constantemente tenemos filtraciones», lamenta Ágata Puertas, quien reside en uno de los 170 pisos situados en el barrio de Els Merinals de Sabadell (Vallès Occidental) desde hace más de una década (antes vivía su hermana).
Este barrio alberga los 14 bloques identificados por el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) como necesitados de rehabilitación. Al igual que Ágata, casi doscientas familias adquirieron sus viviendas a través de la Generalitat de Catalunya, ya que eran consideradas viviendas de protección oficial (VPO). «Ahora somos los propietarios, pero es como si hubiéramos comprado un automóvil con el motor averiado. Todo han sido contratiempos: grietas, aluminosis, carbonización, entre muchos otros problemas», denuncia Puertas.
Durante treinta años, los vecinos han señalado daños estructurales en las viviendas. En las últimas semanas, muchos están en alerta permanente por la reciente caída de un edificio en Badalona y los desalojos en Santa Coloma y Esplugues de Llobregat a causa del deterioro de los bloques.
Incertidumbres y espera
«Tenemos miedo, hay una gran incertidumbre. ¿Cuándo llegará la rehabilitación? ¿Será completa?», se cuestiona Puertas, cansada de convivir con esta situación durante prácticamente toda su vida. «Si pudiera tirar marcha atrás, no hubiera comprado el piso», exclama la vecina S. C., quien pide anonimato y dice que tiene humedades en todo el piso.
En esta línea se posiciona también el otrora presidente de la Asociación de vecinos Arrahona Merinales y Can Gambús y actual vecino del barrio, Francisco García, quien se suma a esta preocupación. Él denuncia que «son viviendas enfermas, con más de 60 años de antigüedad». «Es probable que un día suframos un susto como el de Badalona», agrega. Estas viviendas son de 40 metros cuadrados y 2,7 metros de altura.
«Si pintamos, tenemos grietas. No podemos tocar nada», lamenta Pili, otra de las vecinas afectadas. Para ejemplificar la situación de las «malas viviendas», pone de manifiesto también su mala accesibilidad: «No tenemos ascensores, para la gente mayor es toda una odisea subir a su propio piso». A modo de ejemplo, ella dice que el somier de su cama está partido y después empalmado porque no cabía por las escaleras: «Es un problema y encima nos van poniendo pegas desde la administración», lamenta.
Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de Sabadell aseguran que brindarán un acompañamiento integral a los vecinos durante el proceso de rehabilitación. Además, afirman que trabajarán junto a los vecinos las propuestas económicas y proporcionarán asesoramiento para la selección del mejor proyecto. El segundo teniente de alcalde y concejal de Vivienda de Sabadell, Eloi Cortés (PSC), estima que la rehabilitación podría concluir en 2026, aunque la comunidad vecinal muestra escepticismo al respecto: «Siempre parece estar en el horizonte, pero nunca llega», lamenta Ágata.
«Son viviendas enfermas, con más de 60 años de antigüedad», se queja un vecino
Dudas con el presupuesto
En cuanto al presupuesto, surge también la incertidumbre. «Si el coste de las obras supera la subvención proporcionada por la Generalitat, ¿cómo lo pagaremos?, ¿con qué fondos?», se pregunta una vecina, Cesca Martín, sin obtener respuesta.
Los vecinos temen no poder costear parte de la rehabilitación debido al aumento de los precios de los materiales y el incremento del IPC. Además, explica Martín, afrontan dificultades para que todas las comunidades de vecinos acuerden el pago, ya que muchos pisos están ocupados y desconocen a los propietarios. En opinión de Pili, también se vislumbra difícil lograr este objetivo. «Es una tarea imposible», señala.
En total, la rehabilitación de los pisos costará siete millones de euros, de los cuales la Generalitat pagará 1,7 millones para reparar daños estructurales y 2,7 millones para mejorar el entorno. La Agència d’Habitatge Catalana (AHC) podría subvencionar el 60% del coste para instalar ascensores, que sería alrededor de 1,6 millones de euros. Sin embargo, el 40% restante, aproximadamente 900.000 euros, deberían ser cubiertos por los vecinos, lo que supone dificultades. ■